lunes, 19 de julio de 2010

067 - La Adolescencia en los Tiempos de la Fluidez

(Publicado en la revista de cultura y política La Tecl@ Eñe - Nro. 41 correspondiente a julio-agosto de 2010; en Centro de Estudios Sociales Argentino con fecha 21/7/2010; en El Otro Psi - Año XVI Nro. 169 de septiembre de 2010 y en Reflexiones sobre Educación con fecha 1/9/2010)

LA ADOLESCENCIA EN LOS TIEMPOS DE LA FLUIDEZ

La adolescencia (ad-dolescere, dolere) es un tiempo de fragilidad subjetiva, toda vez que el joven se está transformando, está dejando de ser un chico para atravesar duelos constantes referidos a la pérdida de su cuerpo infantil y a la declinación de sus padres ideales. Sabemos que la estructuración del joven es efecto no sólo de herencias filogenéticas, sino también de acontecimientos ontogenéticos y de las respuestas consecuentes advenidas de ese hablante ser en plena formación. La subjetividad es un modo de pensar, de sentir y de hacer en el mundo; por lo que la subjetividad adolescente es también un modo de hacer con lo real, es un conjunto de operaciones realizadas, repetidas, creadas e inventadas. El interrogante es si, en estos tiempos fluidos posmodernos, no se encuentran agotados los paradigmas mediante los cuales construimos, durante casi un siglo, los fenómenos de producción y significación de tipos subjetivos.

Según Zygmunt Bauman, la vida líquida es un inventario de comportamientos de la sociedad actual donde las reglas cambian antes de que las formas de actuar se consoliden en hábitos determinados. Tal idea de lo líquido se refiere a lo fluido, a lo no sólido, a lo no fijo. Por ende, las identidades de nuestros pibes son móviles y la convivencia entre ellos no es hoy un escenario propicio para el diálogo. Parece que el diálogo de antaño ha sido reemplazado por la polémica y por la propaganda, que son en verdad dos especies de monólogo. No es fácil hoy encontrar ideales que orienten ni elevados valores que se transmitan, que persistan en el tiempo y que conserven su forma. La metáfora de la fluidez explica que todo se transforma constantemente, se desplaza con facilidad e, incluso, puede desbordarse. El concepto de desborde va muy de la mano con los múltiples territorios que habitan nuestros adolescentes, tanto en lo individual como en lo comunitario.

Creemos que las funciones paterna, materna y docente se han debilitado en estos días de hipermodernidad, de modernidad tardía. Otro tanto puede decirse respecto de las autoridades llamadas a conducir los destinos de todos y, a la vez, responsables de llevar a cabo las políticas públicas en la materia. El Estado ya no provee sentido ni consistencia ética integral a las demás instituciones primarias e intermedias, tales como la familia, la escuela, el trabajo, la universidad y las distintas organizaciones sociales y culturales. Nuestros jóvenes ya no encuentran parámetros estables en esta época de valores volátiles, donde las identidades son móviles y los modos de vinculación suelen ser meros espacios de exclusión cada vez más indiferentes. Sin paternidad estatal ni fraternidad institucional queda sólo la pura actualidad del ahora, quedando el camino libre tanto para las prácticas mediáticas como para las frías reglas del mercado y del consumo.

En la cultura de la fluidez y de la hibridación total, muchos pibes sienten que todo es transitorio y que se ha institucionalizado la incertidumbre. La endeble imagen del consumidor ha dado por tierra con la del habitante-ciudadano, aquel que podía elevarse hacia ideales más definidos y vincularse a una mayor parte de humanidad. La subjetividad dominante no es institucional, sino que emana de los grandes medios de comunicación que venden a precio vil la efímera figura del famoso. Los variopintos personajes televisivos que pululan a diario por la pantalla chica —hoy también mediana y grande— han logrado su “fama” por el simple hecho de ser famosos… ¡y nada más! Entendemos que los jóvenes necesitan otra cosa, algo más sólido: como ser marcos de referencia estables y, por qué no, también un poco de orden y seguridad. Es imprescindible crearles mayores y mejores espacios de autonomía que les permitan hacerse dueños de sus propios destinos.

Es sabido que no hay recetas fáciles ni cómodas. En la era de la fluidez, usando la terminología de Ignacio Lewkowicz, los jóvenes sufren por dispersión y aburrimiento. La experiencia del tedio y de la superfluidad no les deja huella duradera, no traza, no conecta. Ya nos hemos referido en alguna otra oportunidad al malestar del kakón adolescente, expresión utilizada para designar una ausencia de sentido existencial y una fuerte tendencia a la inercia de la pulsión de destrucción en pibes abandonados por los Otros. Por su lado, nuestro modelo socio-económico regresivo y distorsionado no deja de generar una multitud de adolescentes en grave situación de riesgo. No es menor ni casual el señalamiento que hace el Fondo Internacional de Emergencia de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), cuando sostiene que América Latina es una región donde la mayoría de los pobres son jóvenes y niños, y la mayoría de los jóvenes y niños son pobres.

Desde el terreno social, es fundamental asumir el rol de verdaderos agentes de un proceso de cambio planificado, contribuyendo a desarrollar una conciencia crítica y un proyecto histórico alternativo. Tal transformación debe estar acompañada de la producción de un nuevo saber, fomentando la creación de redes multidisciplinarias y apostando al fortalecimiento de las mismas. Afortunadamente, ya son muchas las organizaciones no gubernamentales que están en plena campaña de atención de chicos desconocidos, vulnerados y abandonados para brindarles un futuro de vida. No sólo trabajan con los jóvenes, sino también las estrategias están dirigidas al fortalecimiento familiar y con la convicción de que es necesario reflexionar acerca de las prácticas para una mejor elaboración de respuestas éticas institucionales. Otro tanto ocurre con la confección de estadísticas de evaluación y monitoreo para esta delicada y trascendente realidad.

Desde el campo de lo jurídico, la actual ley de protección integral de sus derechos ha terminado con casi cien años de un arcaico régimen de tutelaje y judicialización de nuestros jóvenes. Al menos desde lo legal, hoy se contempla a la niñez y a la adolescencia como una verdadera prioridad estratégica ineludible en el ámbito de nuestra comunidad y de cara al recién iniciado siglo XXI. De allí que los chicos sean considerados sujetos activos y plenos de derechos, dada su condición de personas en desarrollo. Los aludidos derechos y garantías —todos de orden público y de carácter irrenunciable— son, entre otros: el derecho a la vida, a la dignidad e integridad personal (física, sexual, psíquica y moral), a la identidad, a la libertad, a la igualdad y a la no discriminación, a la vida privada e intimidad familiar, a la salud, a la educación, a la libre asociación, al trabajo adolescente, a la seguridad social, al medio ambiente, al deporte y al juego creativo.

Los ejes que conforman las diversas medidas de protección integral pueden sintetizarse del siguiente modo: fortalecimiento del rol de la familia; descentralización de los organismos de aplicación; gestión asociada de los órganos de gobierno con la sociedad civil; promoción de redes intersectoriales; y constitución de organizaciones en pos de la defensa y la protección de los derechos de la de la juventud y de la niñez. Además, hacemos puntual referencia a la responsabilidad gubernamental, a la responsabilidad familiar y a la ineludible participación comunitaria necesaria si se pretende lograr la tutela de todos y cada uno de los derechos y de las garantías protegidas. Habremos de ir en procura de un nuevo paradigma, con fundamento en una ética humanista que termine con este desgarramiento producido por tanta posmodernidad líquida y fluida. Decimos, entonces, que la verdadera generosidad con el futuro consiste en dar todo en el presente.

RONALDO WRIGHT
www.ronaldowright.com

jueves, 15 de julio de 2010

066 - Algunas Ideas y Aportes Psicosociales

(Publicado en El Semejante — Año 10 Nro. 67 de julio de 2010; en A.P.S.R.A. - Contenidos Teóricos con fecha 11/4/2015 y en A.P.S.R.A. - Experiencias Psicosociales con fecha 5/2/2016)

ALGUNAS IDEAS Y APORTES PSICOSOCIALES

A partir de la relectura de las distintas ediciones del periódico El Semejante, en el cual vengo publicando artículos de mi autoría desde hace muchos años, tomé la decisión de hacer un repaso de mis notas y, dicha tarea, me llevó a extraer los siguientes conceptos relativos al quehacer psicosocial, los que a continuación detallo al modo de cosas dichas y escritas sobre la temática. En algunos casos realicé pequeñas modificaciones que creo pertinentes en función del formato que aquí presento. Además, quiero agradecer al director propietario Ernesto “Tito” Bronstain por todos estos años —casi una década— de amistad y de trabajo conjunto en el territorio de nuestra Psicología Social Argentina.

* Resonancias y ecos en el Palacio San Miguel (2007) Muchos sostienen que Enrique Pichon-Rivière era un maestro Zen, pues nunca contestaba de modo directo las preguntas que se le formulaban, sino que lo hacía en forma de clave. Obligaba a su interlocutor a conquistar la información. Su permanente búsqueda era saber acerca del hombre y su tristeza. Con sus enseñanzas, él nos ha enriquecido… enriqueciéndonos… enrique-siendo-nos. Es decir, siendo-enrique junto a todos nosotros. Su norte siempre fue planificar la esperanza, preparando operadores psicosociales como agentes del cambio. Iba en pos de procesos creativos potenciados por y en los grupos, de manera direccional y significativa, operativa e instrumental. Su ya famoso enseñaje era parido siempre en co-presencia, operando el profesional de la psicología social como un co-pensor.

* Algo sobre la ética en psicología social (2005) Todo psicólogo social se debe a la comunidad y, si bien tiene que percibir una retribución justa por su trabajo, la imposibilidad de recibirla no autoriza a negar tales servicios a quienes los necesiten (sujetos de necesidades productores y producidos). La falta de capacidad económica de quienes requieran nuestros servicios, no es excusa para abstenerse de prestar tal asistencia. Ello en un todo conteste con un claro lineamiento que dice: “Desde la psicología social, ser ético nos está hablando de una congruencia entre lo personal y lo social”, siendo el desafío conciliar la permanente actitud de no-dominación con la direccionalidad al cambio social planificado asignada por Enrique Pichon-Rivière a nuestra profesión.

* Psicología social y tramas vinculares (2006) La subjetividad es al mismo tiempo singular y emergente de las tramas vinculares que la trascienden, con las que el ser humano guarda una relación de sujeto productor y producido. En el proceso de socialización humana hay un instrumento privilegiado, que es el lenguaje. Y todo lenguaje, desde ya, está sostenido por un vínculo, pues la palabra forma parte de una acción comunitaria. Entendemos que la constitución de la subjetividad, del mundo interno de cualquier sujeto, se da en tres etapas o instancias sucesivas: 1ra.) Real: falta de representación (etapa autoerótica); 2da.) Real–Imaginario: estadio del espejo (narcisismo primario); y 3ra.) Real– Imaginario–Simbólico: entrada en funcionamiento de la palabra, del lenguaje, de(l) hablar.

* Teoría de los grupos en psicología social (2006) La estereotipia es la polilla del proceso grupal. Cada grupo construye un imaginario propio que opera como una cultura particular, otorgándole un estilo único y singular. Todos los grupos son diferentes. No hay grupo igual a otro, pues cada uno escribe su propia historia. La técnica de los grupos operativos solamente se puede aprender —y aprehender— a partir de la experiencia personal, de igual modo que la base fundamental de una preparación psicoanalítica puede únicamente lograrse atravesando uno mismo por el análisis. La identidad grupal está dada por una tarea y un proyecto en común, las que llegan a establecer pautas de integración y de comportamiento que se van institucionalizando en el grupo. Una creciente tendencia hacia la integración de los componentes del grupo los llevará a un destino que jamás imaginaron al inicio del proceso grupal compartido.

* Un poco más sobre los grupos en psicología social (2006) No es lo nuevo solamente lo que produce miedo o ansiedad, sino “lo desconocido que hay dentro de lo conocido”. Recordemos que esa es la esencia de lo siniestro o unheimlich freudiano. La tarea en el grupo debe desenvolverse al modo de una mayéutica socrática, es decir como un proceso dialéctico y contradictorio sostenido por un diálogo crítico donde se alternan interrogantes e ideas múltiples en el desarrollo de un saber. Se trata ni más ni menos que de lo no sabido de un saber, pues si bien no se sabe que se sabe, dicha verdad va emergiendo al ser creadas las condiciones pertinentes, siempre acompañadas por un dispositivo y un encuadre idóneos para tales fines. La verdad u objetividad creciente hace a la operatividad del grupo.

* Televisión y Sociedad de Consumo (2003) En relación a la fuerte y constante incidencia que tienen los mensajes consumistas emitidos por la televisión en la construcción de subjetividad de nuestros hijos, constituyéndolos como sujetos cognoscentes, deseantes y futuros productores, señalé: la respuesta, en este como en tantos otros temas relativos a nuestra temprana salud psicofísica, está en nosotros. Hace miles de años se le dijo a una pequeña tribu: “Puse ante ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición, y elegiste la vida”. Tal vez esa sea también una posible y actual elección en nuestra condición de trabajadores psicosociales.

* Lo legal y lo legítimo en psicología social (2007) A cincuenta años del nacimiento de la psicología social argentina, entiendo que nos encontramos con dos frentes de lucha bien visibles: por un lado, los permanentes ataques llevados a cabo por distintas asociaciones de psicólogos, las que regularmente cuestionan la legalidad de nuestra profesión. Tal vez ninguneados ellos por un sector del discurso médico, ahora repiten un proceder similar contra nosotros. Por otra parte, el otro frente tal vez sea el de los propios operadores psicosociales, que no logramos unirnos en defensa de nuestros intereses, de nuestras necesidades. ¿Sujetos de necesidad, decía Pichon? ¿Seremos especialistas en “grupalismos” pero no podemos agruparnos? ¿Sabremos algo de actitud y aptitud psicosocial? Se me ocurre lo siguiente: si en lo personal, si en lo individual… el principal enemigo de la manada es uno mismo (y algo tenemos que hacer al respecto), tal vez en lo colectivo el principal enemigo de los psicólogos sociales seamos los propios psicólogos sociales (y algo tendremos que hacer también al respecto).

* Algo más sobre la actualidad de la psicología social (2005) Entre las asignaturas pendientes relativas a la psicología social podemos destacar, entre otras, las condiciones difíciles de ejercicio profesional que actualmente vivimos; como así también la intensa campaña de desprestigio en contra de los operadores psicosociales en los últimos tiempos. Sostenemos que en lo que debemos coincidir todos y cada uno de los psicólogos sociales es en unir esfuerzos para defender la dignidad del ejercicio profesional, la independencia de nuestra disciplina científica, una retribución adecuada por el trabajo que hacemos, el respeto a nuestras incumbencias y toda tarea que nos asegure la libertad e igualdad de oportunidades y que proteja los derechos de esta comprometida actividad. Pues la psicología social es también una lucha de pasiones.

RONALDO WRIGHT
www.ronaldowright.com