viernes, 13 de julio de 2012

092 - Algo Sobre Pedagogía y Posmodernidad

(Publicado en Reflexiones sobre Educación con fecha 13/7/2012; en El Mensajero con fecha 14/7/2012 y en Centro de Estudios Sociales Argentino con fecha 15/8/2012)

ALGO SOBRE PEDAGOGIA Y POSMODERNIDAD

                                 Cada vez que enseñes, enseña también a dudar
                                 de aquello que enseñas. José Ortega y Gasset.

En relación a la temática de la posmodernidad, queremos destacar lo enriquecedor que resulta trabajar —desde una perspectiva pedagógica— con jóvenes reunidos en grupos de reflexión y acción. Coordinando grupos de adolescentes, logramos ir proporcionándonos una especie de guía para la vida cotidiana actual, caracterizada por la liquidez y la fluidez que imperan en estos tiempos hiperglobalizados. Tal labor pedagógica consiste en apoyar dicho trabajo en grupo, a condición de que cada uno de los jóvenes tenga algo que aportar en él. Con esta metodología se intenta dar curso a un modo de hacer con los jóvenes, de manera que interactúen y se pongan al servicio de su tarea. Y una de las aristas de esta reunión grupal consiste en averiguar cómo incide la denominada era del vacío en las formas de vinculación de nuestra juventud, hoy caracterizadas por una progresiva atenuación de los lazos de convivencia.

Sabido es que a los adolescentes de esta modernidad tardía se pretende venderles una ideología uniforme, que no es otra cosa que la representación de una relación meramente imaginaria —es decir, que ocurre tan sólo en sus propias mentes— con sus condiciones reales y concretas de existencia. Si toda formación social depende del modo de producción dominante, los jóvenes agrupados en la forma que aquí propiciamos tendrán que ir recuperando la dignidad de la palabra singular y aceptar, a la vez, la diversidad de sus distintos saberes. Es posible que coincidan en que la actual hipermodernidad es una vorágine de perpetua renovación y desintegración; y logren entender que deberán esforzarse para no aceptar acríticamente las ideas hegemónicas impuestas desde lugares que no les pertenecen. Con la fuerza que brinda el fenómeno de lo grupal, no cabe duda que se van a producir importantes resultados éticos.

La pedagogía de hoy debe preocuparse por el sentido y la significación de la educación, como así también por su importancia en la construcción de sujetos de conocimiento, de trabajo, de acción y de participación. La enseñanza cultiva al joven; y por medio de la educación se va construyendo al ciudadano —y no a un mero sujeto consumidor— a través del acceso al saber para todos. El trabajo en grupos propuesto lleva implícito la intencionalidad del mejoramiento social progresivo que permita a los adolescentes desarrollar al máximo sus potencialidades. Si la posmodernidad globalizadora apunta a formar jóvenes sincrónicos, que vivan sin ideales propios y sin objetivos trascendentes, estimulando su ingenuidad y anulando todo poder creador; la lógica grupal aquí referenciada va en procura de constituir para la juventud una nueva oportunidad de tomar conciencia de la libertad de actuar de otro modo en la vida.

Son muchos y variados los temas a abordar, tales como la constante expulsión de los jóvenes de los ámbitos laborales que los dejan excluidos del sistema, caracterizado por el papel creciente de las empresas multinacionales, por la globalización de los mercados y la desregulación financiera, por la preeminencia de un marketing universal y el desarrollo de las megamarcas, por la revolución de las técnicas de la información, por el florecimiento de una producción a medida de las masas; en fin, con los mercados transnacionales imponiendo sus leyes sobre el planeta en pos de hacer de la juventud un modelo de consumidor-mundo. Los adolescentes agrupados y trabajando en conjunto podrán ir en búsqueda de un otro paradigma, con fundamento en una ética humanista que combata para derrotar a ese no-lugar impuesto y donde impera un clima de anomia que busca impedir a los jóvenes todo ordenamiento posible.

La llamada pedagogía crítica está esencialmente interesada en la comprensión de la relación entre el conocimiento y el poder. Así, consideramos que los discursos dominantes (que la juventud recibe a diario) no sólo refuerzan el status quo sino que incluso son verdaderos regímenes de verdad, pues moldean la subjetividad de cada joven y su modo de comprender el mundo. El contra discurso grupal y crítico aquí propuesto es un acto de habilitación individual y colectivo, en tanto ayude a los adolescentes a comprender y abordar la sociedad que los rodea y, además, nos permite entre todos capacitarnos para ir cambiando el orden social allí donde sea necesario. Se trata de romper con los valores y creencias dominantes; decir no a una enseñanza entendida como fabricación uniforme de subjetividad y que cada vez más adolescentes busquen ser obra de sí mismos, dueños de sus propia historia.

Desde esa pedagogía podemos hablar de un proceso de autonomización que habilite la modelación posible de este trabajo grupal en términos de apuntalamiento, montando dispositivos que permitan a los adolescentes intentar aventuras nuevas. Este proceso irá dándose de modo dialéctico y en vueltas de espiral a lo largo de la existencia de cada joven, en un ámbito de confianza mutua que intenta fortalecer el ser-para-sí de cada cual pero haciendo también sitio para el otro compañero de ruta. Digamos que el accionar del pedagogo puede ser aquí decisivo, si logra desarrollar nuevas ideas educativas —más democráticas y participativas— que ayuden a encarar los problemas del siglo XXI que recién ha comenzado, como así también si consigue instalar en esta juventud de la posmodernidad el deseo del aprendizaje en grupo, donde la presencia de los otros sea cuidada y reafirmada. El futuro próximo tiene la palabra.

MARTINA WRIGHT 
RONALDO WRIGHT
www.ronaldowright.com