jueves, 7 de enero de 2016

143 - Entrevista para la Universidad Isabel I de Castilla (España)

(Publicado en la página web de la Asociación de Psicólogos Sociales de la República Argentina - A.P.S.R.A. con fecha 15/1/2016)

ENTREVISTA PARA LA UNIVERSIDAD ISABEL I DE CASTILLA

A continuación transcribo la entrevista que me efectuara María Inmaculada Elvira  en enero de 2016 desde la Universidad Isabel I de Castilla, fundada en el año 2008 y adaptada al Espacio Europeo de Educación Superior. Sus instalaciones se encuentran en el edificio del antiguo Seminario Mayor, en la zona alta de la ciudad española de Burgos y alberga los servicios centrales del rectorado, el aula magna, la administración, la secretaría general, la biblioteca virtual, las zonas de trabajo del profesorado y el aulario, así como los servicios informáticos.

M.I.E. Se podría presentar por favor, ¿dónde trabajó o qué estudió?

R.W. Mi nombre es Ronaldo Wright y soy psicólogo social, abogado, docente y escritor. Vivo en Buenos Aires y, en primer lugar, quiero agradecer este contacto que me posibilita difundir algo de la Psicología Social Argentina, creada por el Dr. Enrique Pichon-Rivière (1907-1977) hace unos sesenta (60) años.

Soy egresado de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Buenos Aires, donde también fui docente de la materia del Ciclo Básico Común denominada Instituciones de Derecho Privado. Además, soy egresado de la Escuela de Psicología Social Nuestro Tiempo. Más información personal puede obtenerse ingresando a la ventana “Biografía” que surge de mi sitio web www.ronaldowright.com 

M.I.E ¿Qué es la psicología social?

R.W. Nuestra disciplina se enmarca dentro de la corriente sociopsicológica que posee una idea central: el vínculo. Precisamente, dicha noción es el puente que habilita el tránsito desde la psicología individual a la psicología social, ya que se convierte en el dispositivo de análisis de las relaciones entre la estructura de la personalidad y la estructura social. La vieja oposición entre individuo y sociedad se resuelve de forma tal que sólo existe el hombre en situación.

Se piensa al ser humano de esta era hiperglobalizada como un sujeto en crisis y, en consecuencia, que precisa reconstruir su esquema referencial (vgr. sus modelos de pensar, de sentir y de hacer en el mundo) para producir nuevos tejidos sociales que lo amparen y lo sostengan. Y de tal modo le faciliten reencontrar un proyecto existencial y una razón para vivir.                                                                                                                  
Para enfrentar estas problemáticas de la modernidad tardía se necesitan profesionales formados en un marco metodológico, teórico y técnico que trabajen en las redes y las  tramas vinculares. Esos especialistas son los psicólogos sociales y el campo científico  que los sustenta es la psicología social.

M.I.E. ¿Cuáles son las áreas de actuación de un psicólogo social?

R.W. El entrenamiento que adquieren los operadores psicosociales en nuestro país los habilita para actuar en cualquier instancia donde se produzcan procesos de interacción humana: el ámbito grupal, el institucional y el comunitario. La psicología social que se postula, en función de su abordaje del individuo en sus condiciones concretas de existencia, es definida como crítica de la vida cotidiana. De allí que se procure combatir toda aceptación acrítica de normas y valores dados e impuestos en pos de tender hacia lo que se denomina una adaptación activa a la realidad.

La psicología social argentina como disciplina que indaga la interacción en sus dos modalidades —intersubjetiva o mundo externo e intrasubjetiva o mundo interno— es operativa, significativa y direccional. La labor del investigador social consiste en pesquisar las dificultades que cada persona tiene en un grupo determinado, que puede ser su familia, la escuela donde estudia, la empresa donde trabaja, la institución o la comunidad a la que pertenece, entre otras.

El campo de acción del operador psicosocial es básicamente el de los miedos. Su labor es esclarecer el origen y el carácter irracional de los mismos, los que en última instancia pueden ser reducidos a dos: el miedo a la pérdida y el miedo al ataque. El primero se manifiesta en las circunstancias de cambio, al abandonar el sujeto lo conocido. Algo así como la ansiedad ante la pérdida de un status determinado. El miedo al ataque se manifiesta como temor ante lo desconocido, la ansiedad ante una nueva situación a estructurar.

M.I.E. ¿Por qué se animó a estudiar psicología social?

R.W. Creo que lo que más entusiasma a todo aquel que accede a esta ciencia es la posibilidad de convertirse en un verdadero agente del cambio social planificado, instrumentado para modificar la realidad positivamente mediante el empleo de la dialéctica o del arte de razonar. Para ello es importante lograr como base tanto una aptitud como una actitud psicosocial, entendiendo al hombre como configurándose en una actividad transformadora de sí mismo y del contexto en que vive.

Suele decirse que el profesional de la psicología social es también un co-pensor, un colaborador o facilitador para la estructuración de dispositivos analizadores colectivos a través de los cuales un grupo procesa sus contradicciones, desoculta lo subyacente (denunciando y superando lo ilusorio) y programa las acciones concretas pertinentes para esa marcha —permanentemente inacabada— de redefinición de las necesidades.  Es, pues, un agente de cambio en tanto debe ser capaz de modificar dialécticamente el medio en la medida de sus posibilidades (causalidad adecuada), esencialmente en lo comunitario.

M.I.E. ¿Cuáles son los problemas más comunes de los consultantes?

R.W. Uno de los problemas más comunes es el conflicto. Así como no hay individuo sin conflictos, tampoco existen los grupos aconflictivos. Las desavenencias en el ámbito de lo humano están a la orden del día, sea en las formas de vincularse o en los modos de comunicarse. Como ya dije, los psicólogos sociales se desempeñan en los más diversos espacios: como coordinadores grupales, en tareas de mediación, en grupos de desocupados, en centros de jubilados y geriátricos, con niños y adolescentes, en los distintos deportes, en ludotecas infantiles, en las cárceles, en los hospitales, en el ámbito de lo familiar, de lo laboral y de lo organizacional. Donde la vida cotidiana transcurre hay un lugar para el rol del operador psicosocial.

Un párrafo aparte merece la tarea llevada a cabo en emergencias psicosociales o en  situaciones de crisis, pues allí el profesional brinda solidariamente tanto contención humanitaria como primeros auxilios ante catástrofes, desastres, atentados, accidentes graves y todo hecho natural o provocado que genere conmoción emocional o angustia pública. Algunas de las intervenciones que podemos citar son: el atentado a la sede de la AMIA; la explosión de la fábrica militar de Río Tercero; las graves inundaciones en el  Chaco, Santa Fe, La Plata, Luján y Córdoba; las tragedias aéreas de Austral, Lapa y Sol; la caída de un puente colgante en Chubut; la tragedia ferroviaria en la estación Once;  el incendio en la boite Cromañón; un rayo caído en un balneario de la costa atlántica; y así siguiendo.

M.I.E. ¿Con que técnicas o métodos se suele ayudar en este tipo de problemas?

R.W. La psicología social argentina se nutre de técnicas y de información provenientes de numerosas materias: la filosofía, la sociología, la epistemología, la fenomenología, la psicología, el psicodrama, el psicoanálisis, la gestalt, entre muchas otras. Pichon-Rivière siempre hizo referencia a una epistemología convergente, considerando a la psicología social como una interciencia que incluye los saberes de los más diversos campos.

Además, el operador psicosocial actúa teniendo en consideración una determinada cosmovisión de mundo; desde una particular concepción del ser humano, de la sanidad y de la enfermedad, sea en el campo de la Salud Mental o sea en el terreno del aprendizaje. Su metodología de trabajo consiste en emplear técnicas específicas que sirvan para adaptarse activamente a la realidad.  Como ya señalé, atiende esos requerimientos de la comunidad tanto en circunstancias habituales propias de la cotidianidad como en situaciones de crisis y emergencias sociales.

Es habitual utilizar la técnica del grupo operativo, es decir una agrupación con una tarea explícita pactada y claramente especificada que no actúa solamente sobre lo individual de cada miembro (verticalidad) ni tampoco con la exclusiva visión del grupo como un todo (horizontalidad), sino fundiendo y articulando ambas concepciones. De tal forma, se subraya la función de contención del grupo hacia sus integrantes y el sentimiento de seguridad que ello les brinda. El término operativo deriva de la idea de que ninguna indagación-acción es inofensiva, sino que inevitablemente modifica lo indagado. Un colectivo de personas es calificado como operativo cuando apunta hacia una dirección determinada, para comprenderla y dirigirla.

M.I.E. ¿Cuál es el papel del psicólogo social en los centros sociales?

R.W. Entiendo como relevante destacar la importancia que posee la transdisciplina en toda tarea que se lleve a cabo en los centros sociales. La problemática de lo humano es lo suficientemente compleja como para no poder ser abarcada por una sola disciplina científica. Desde esa óptica, creo conveniente el trabajo conjunto del psicólogo social con médicos, educadores, psicólogos clínicos, counselors o consultores psicológicos,  ayudantes psicoterapéuticos, terapistas ocupacionales, psicodramatistas, y cualquier otro saber especializado que sea útil y necesario.

Espero que un nuevo paradigma comience a dar nacimiento a lo transdisciplinario, promoviendo la activa participación de todos y en pos de una ética humanista cada vez más imprescindible. Obviamente, ello tendrá que ir de la mano de las políticas públicas que se vayan desplegando en este naciente siglo XXI, tan complejo en lo comunitario y en lo  social. El combate deberá ser contra el individualismo extremo y en procura de alcanzar formas más solidarias de participación y convivencia.

M.I.E. ¿Qué le apasiona más de su trabajo?

R.W. En mi caso puntual me apasiona la docencia. Aquí la propuesta educativa es muy  interesante, ya que una vez que el docente da su clase —y después de un muy breve descanso— los integrantes del grupo se reúnen sentados en círculo y enriquecen dicha exposición teórica. No hay un único saber, sino que todos aportan sus respectivos conocimientos. Nuestra didáctica de emergentes está destinada no sólo a comunicar entendimiento (tarea informativa) sino básicamente a desarrollar aptitudes y cambiar actitudes (tarea formativa).

Otra característica está relacionada con el sentido de la búsqueda de la mayor heterogeneidad posible en términos de edad, sexo, formación, etc. en la composición de los grupos que deben reelaborar la información recibida. Un conocido lema sostiene que a mayor homogeneidad en la tarea y mayor heterogeneidad de los miembros de un grupo, mayor resulta la productividad colectiva.

Por otra parte, en mi condición de abogado soy asesor legal de la Asociación de Psicólogos Sociales de la República Argentina (A.P.S.R.A.) y atiendo en forma gratuita las diversas consultas de sus asociados. También integré la comisión directiva de dicha institución durante la presidencia de Joaquín Pichon-Rivière, hijo del fundador y creador de la psicología social argentina. Actualmente, quien la preside es Carlos Alberto Margiotta, operador psicosocial, counselor o consultor psicológico, poeta y escritor.

M.I.E. ¿Cree que su trabajo es útil para la sociedad? ¿Qué opina de la psicología social actual?

R.W.  Absolutamente, mi respuesta es afirmativa. Reitero que la tarea del operador psicosocial, como agente de cambio o corrector, tiene que ver con una indagación activa que implica ayudar a descifrar y transformar conductas estereotipadas que configuran enfermedad o, al menos, malestar. En tanto promotores de conciencia crítica, cito dos nociones sumamente claras: por un lado, trabajar en y con la vida cotidiana; y por otro, incluir sistemáticamente las estructuras de acción en toda reflexión operativa.

Esa es una labor sumamente útil para la sociedad actual. No es poca cosa el rol del psicólogo social en tanto promueve el protagonismo de las personas, obviamente, a partir de una nueva lectura de la realidad. Para ello creo esencialmente en el trabajo colectivo, en la potencia que despierta la tarea grupal, institucional y comunitaria. Decía Michel Foucault que el grupo no debe ser el vínculo orgánico que solamente una a sujetos jerarquizados, sino un constante creador de desindividualización. Máxime si se está atrapado por el individualismo, por el escepticismo y por ciertos retrocesos ideológicos en algunos sectores sociales de nuestra comunidad.

M.I.E. ¿Cree que en España este tipo de psicología está todo lo evolucionada que podría estarlo?

R.W.  No conozco la realidad española en tal sentido. Sé que el Dr. Hernán Kesselman fundó en Madrid la Escuela de Psicología Social Enrique Pichon-Rivière, allá por el año 1980. Muchos han sido sus aportes, los que he desarrollado brevemente en un texto denominado “Nuestra Psicología Social en Madrid”. Así, él desarrolló el método CDR indicando estas tres siglas una operatividad grupal caracterizada por la búsqueda de consonancias-coincidencias-convergencias (C) que junto a disonancias-discrepancias-diferencias (D) permitan arribar a resonancias-resultancias (R) colectivas.

Sabido es que la lógica dialéctica acepta la presencia conjunta, simultánea, de distintos pares de fuerzas contradictorias que intentan forzar lo real en sentidos opuestos. En la búsqueda de la verdad dichas polaridades y antinomias evolucionan hacia una síntesis superior que las contiene. Si esto no se logra, la contradicción se convierte en un dilema de difícil solución. Tal noción de operatividad ha sido llevada a España como algo fundamental cuando de lo grupal hablamos, siendo ella uno de los eslabones del ECRO (esquema conceptual referencial operativo) pichoniano.

M.I.E. ¿Sabe si hay algún objetivo o proyecto de mejora para este tipo de psicología? ¿O cree usted que haría falta alguno?

R.W. Siempre se puede mejorar lo hasta aquí logrado. El saber de la psicología social argentina no es un saber estanco, sino que está siempre abierto a nuevos aportes. Ya que recién hablamos de España, puede apuntarse que allí se intentó articular el esquema de Pichon-Rivière con el de Siegmund Heinrich Foulkes, quien reconoció la importancia de la teoría de campo en el desarrollo de la investigación activa de la llamada grupo dinamia, dando al desaprendizaje-reaprendizaje (unlearning) un papel primordial en su praxis, junto a la comunicación colectiva. Su originalidad radicó en la síntesis creativa entre el psicoanálisis, la psicología de la gestalt y la sociología como fundamento de su Grupoanálisis Operativo.

En mi caso particular, trato de difundir todo lo atinente a esta querida disciplina y ciencia ya sea a través de mis disertaciones, de mis charlas o de mis textos. Cuento con un espacio en la revista mensual “Psicología Social para Todos” —creada y dirigida por el Lic. Juan E. Díaz— que he denominado Psicosociales Breves, cuyos artículos en su mayoría están transcriptos en mi página web antes citada. Y espero seguir en el futuro por esta senda, toda vez que el saber psicosocial me ha causado desde hace más de dos décadas atrás.

M.I.E. ¿La crisis económica puede afectar en los problemas de los consultantes de la psicología social?

R.W. Obviamente sí. Toda crisis económica produce pérdidas y ellas ocasionan todo tipo de conflictos, sean individuales o colectivos. En el implacable interjuego del hombre y el mundo globalizado surgen nuevos problemas que avizoran un paisaje inestable e insospechado, cuyos efectos se está todavía muy lejos de predecir. Se rompen las tramas vinculares que sostienen la identidad de los sujetos y los proyectos de vida se constituyen en preocupantes e inestables incertidumbres.

En tales circunstancias extremas resulta esencial la tarea del psicólogo social. Al indagar las vicisitudes de los individuos frente a los cambios —en palabras de Pichon-Rivière— se plantea la problemática de la modernidad como drama subjetivo y no sólo como rasgo del contexto general; más aún en situaciones críticas en lo económico, en lo político, en lo cultural y en lo comunitario. La psicología social se postula, entonces, como la ciencia de las interacciones orientada hacia una transformación social.                     Muchas gracias por la entrevista y vaya un abrazo fraternal.

RONALDO WRIGHT      
www.ronaldowright.com