jueves, 30 de abril de 2020

158 - La Observación Psicosocial

(Incluido su video en mi Canal Oficial de Youtube en mayo de 2020)

LA OBSERVACION PSICOSOCIAL

Pichon-Rivière cuenta que siempre fue un ser esencialmente curioso. Su primer aprendizaje, como observador no participante, sobre el funcionamiento de los grupos humanos lo hizo en su adolescencia en Goya. Su madre solía reunirse a conversar, una vez por semana en la casa familiar, con las señoras del pueblo. Y el joven Enrique se había agenciado un agujero para verlas y escucharlas sin que lo descubrieran. Desde aquella primera enseñanza, que denominó del ojo de la cerradura, se dio cuenta de los vínculos, de las contradicciones y de todo lo que acontecía en esos grupos.

Muchos años después, el creador de la psicología social argentina va a disponer, en su método de enseñanza, que el equipo de coordinación sea integrado con uno o más observadores, por lo general no participantes, cuya función será el recoger todo el material expresado verbal y preverbalmente en el grupo operativo de aprendizaje, con el objetivo de realimentar al coordinador en un reajuste de las técnicas de conducción. Uno de los trabajos del observador consistirá en el registro de datos que habiliten el planteamiento de hipótesis acerca del desarrollo del proceso grupal.

Observar viene del latín observare y significa mirar con atención. Sus componentes léxicos son el prefijo ob (delante) y servare (tener, guardar, conservar). El diccionario de la lengua española habla de examinar atentamente; advertir, reparar; mirar con atención y recato, atisbar; guardar y cumplir exactamente lo que se manda y ordena. Como vemos, la palabra observación es polisémica, tiene una variedad de acepciones. Se trata tanto de la constatación de un hecho que conduce a la formulación de hipótesis como de observar las normas, los mandamientos o la ley.

Todas estas significaciones son aplicables a nuestra observación psicosocial. La cultura occidental ha privilegiado el sentido de la vista para observar y ello se ha extendido al dominio de la ciencia. Nótese que la evolución científica está ligada a la construcción de observatorios: el telescopio es un instrumento para examinar el mundo macro, el microscopio es un artefacto para detectar lo micro, el panóptico es una estructura que tiene como fin generar el control sobre la totalidad de una superficie. La ciencia en sí es una prótesis para observar todo con cierto rigor de validez y veracidad.

La observación ha ejercido un poder de fascinación sobre los seres humanos, creando una ilusión de evidencia. Así, los límites entre embeleso y embeleco son muy frágiles. Embeleso es arrebatar o cautivar los sentidos; es el estado en que sentimos un placer, una admiración o una alegría tal que no se puede pensar ni sentir nada más. Embeleco es embuste, engaño o mentira a una persona con artificios y falsas apariencias. No es lo mismo mirar que ver. El ver es natural, inmediato, indeterminado y sin intención. El mirar es cultural, mediato, determinado y completamente intencional.

En relación a nuestra psicología social digamos que, como todo campo del saber, diseñó su propia modalidad de observación. Así, los equipos de coordinación están formados por el coordinador y uno o más observadores no parlantes, cuya misión es tomar nota del acontecer grupal, en especial de las situaciones que su atención flotante detecte como significativas. Luego, en reuniones realizadas entre una sesión del grupo y otra, el equipo estudia y unifica las distintas visiones de lo sucedido  y considera las devoluciones que se harán en la reunión siguiente.

Como todo en nuestra disciplina, se trata de un conocer-haciendo y hacer-conociendo. Un rasgo que hace a lo concreto del rol del observador es que, desde una ubicación liberada de las exigencias del intercambio verbal, el registro de datos se hace desde una óptica distinta a la de los demás miembros del grupo. Pues, co-pensando con el coordinador, potenciará la comprensión de los procesos grupales, procurando colegir lo que está más allá de lo manifiesto, de discernir lo que subyace en lo implícito. Esto conlleva un nivel de construcción de actitud y aptitud psicosocial.

El observador psicosocial sería una especie de especta-actor, es decir un espectador que contempla lo que sucede en el proceso grupal, a la vez que un actor silente que interviene como depósito y depositario de los movimientos de transferencia y de contratransferencia del grupo. Opera desde sus propias resonancias: qué piensa, qué  siente y qué hace. La observación operativa nunca es neutra ni inocua, pues a pesar del silencio siempre se está implicado como agente de intervención. El observador, pues, incide en el campo que observa y sobre él incide lo observado.

Los observadores no parlantes suscitan a veces desconfianza e incomodidad en los integrantes. Algunas instituciones y escuelas pichonianas ni siquiera les permiten saludar a los otros miembros. Cuando, debido a esto, el grupo corre el riesgo de funcionar como un sistema cerrado, sin aperturas, Pichon-Rivière dice que puede utilizarse el rol del observador participante, el que en este dispositivo puede dirigirse verbalmente al grupo durante la reunión. Aunque es de destacar que circunstancias como la recién expuesta no suelen producirse con habitualidad.

Digamos, para finalizar, que observar es una cuestión dinámica y no inmóvil ni estática. El observable se encuentra en constante movimiento, por lo que el rol del observador deberá estar también en permanente oscilación. Si bien en los grupos operativos no se ve mucho desplazamiento físico de los observadores, sí hay vibración y circulación simbólica. Se acompaña con la mirada, con el cuerpo, con el alma, con la empatía, con lo que sucede en el proceso grupal, con cómo repercute eso que pasa en los miembros del grupo y con lo que incide en cada observador. ¡No es poco!

Nota: Para la elaboración de este breve artículo se han tenido en cuenta textos de Enrique Pichon-Rivière, Ana P. de Quiroga, Vicente Zito Lema, Diana Markwald, Hugo García, Fabio Lacolla, Graciela Jasiner, Clara Jasiner, Rafael Ávila, entre otros.

RONALDO WRIGHT     
www.ronaldowright.com


domingo, 19 de abril de 2020

157 - Los Vínculos en Tiempos del Coronavirus

(Publicado en la edición especial de Apuntes Grupales - Nro. 18 de abril de 2020)

LOS VINCULOS EN TIEMPOS DEL CORONAVIRUS

Hola a todas. Hola a todos. Agradezco en primer lugar la invitación a participar en esta edición especial de “Apuntes Grupales”, y aprovecho para contarles algo de lo que me ha tocado vivir en estos tiempos de aislamiento, con motivo de la pandemia que nos invade día tras día. Nuestra vida cotidiana se encuentra modificada desde que apareció el COVID-19, ese enemigo invisible que nos impide vincularnos cara a cara tal como solemos y sabemos hacerlo en los grupos operativos de aprendizaje.

No bien comenzó la cuarentena, propuse formar grupos virtuales para los cuidados mutuos como así también para la contención mental y emocional de los integrantes de esos colectivos. Ello desde la óptica de nuestro ECRO, de nuestro pichoniano  esquema conceptual, referencial y operativo. Recordemos que el operador psicosocial debe poseer una conciencia crítica para reconocer las nuevas necesidades propias de este tiempo, entendiendo que la necesidad es el motor de todo vínculo.

En tanto agente del cambio social he intentado aportar la potencia de lo grupal (virtual en este caso), respetando el confinamiento vigente con motivo del coronavirus acechante. Los miembros del grupo han podido interactuar entre sí, expresando sus temores y tristezas como así también sus propuestas para salir a flote ante tanto encierro. Pudimos trabajar las ansiedades  básicas universales: el miedo a la pérdida de lo conocido y el miedo al ataque de la nueva situación a estructurar.

Como en toda intervención en crisis, logramos una primera etapa de encuentro-contención entre los integrantes, que luego pudieron hacer la respectiva catarsis y así desahogarse del padecer singular de cada uno. Este encuadre habilitó la verbalización de lo que se está viviendo, no perdiendo de vista que en toda emergencia emocional las conductas alteradas son comportamientos normales ante un hecho anormal. Y vaya que el feroz ataque del COVID-19 resulta inédito y amenazante.

Dadas las circunstancias excepcionales que denota esta emergencia, no estamos pensando entre todos los participantes virtuales del grupo en un gran plan existencial de vida, sino en un mínimo proyecto de futuro inmediato para atravesar esta pandemia. Esta ayuda humanitaria y existencial de unos con otros nos va permitiendo recuperar el equilibrio emocional alterado, desarrollando todo tipo de defensas físicas y psíquicas ante la inquietud y la inestabilidad reinantes en estas semanas.

En estos encuentros a distancia van apareciendo todo tipo de temores con motivo del aislamiento obligatorio. Angustia, pánico, enojo, tristeza, soledad, malestar, miedo a enfermar, preocupación por los familiares, etc. Pero también circulan las palabras que acompañan; y junto a ellas los deseos que se despliegan dentro de lo grupal y que evidentemente pasan a través de los discursos. En el interjuego entre lo singular y lo social, se lanzan con un ímpetu sin límites las palabras y los deseos.

En la nueva grupalidad virtual surgen conductas más resilientes en algunos de los miembros, dispuestos y capacitados para brindar la indispensable y necesaria ayuda de unos con otros. Otros integrantes se hallan inmersos en una especie de anomia asiliente, sintiéndose incompetentes y más negativos ante el retraimiento dispuesto. Pero sabemos que lo grupal es siempre un activo motor que promueve los mejores procederes en situaciones de desasosiego y crisis como esta.

La propuesta es respetar la diversidad de los participantes                  —conectados de manera virtual— y procurar que no surjan confrontaciones que agraven la situación actual; y se complementen para enfrentarla desde sus ópticas diversas que así confluyen en una planificación crecientemente eficiente para el grupo todo. El distanciamiento social impuesto nos ha obligado a ser creativos. Este virus se ha instalado como tercero en el vínculo y vino a traernos cambios. Y esta nueva forma de agrupamiento tiene que ver precisamente con el uso de las distintas herramientas tecnológicas.

Decía el maestro Enrique Pichon-Rivière que ser psicólogo social es tener un oficio que debe ser aprendido, ya que no se nace con esa posibilidad. Sólo cuando podemos resolver las propias ansiedades y las perturbaciones en la comunicación con los demás, podemos lograr una correcta interpretación de los conflictos ajenos. En la medida en que el sujeto dispone de un buen instrumento de trabajo, resuelve incertidumbres e inseguridades: recién entonces es un operador social eficiente.

Pues de eso se trata cuando intentamos erigirnos en verdaderos agentes del cambio social planificado, máxime ante esta pandemia que sólo nos permite vincularnos en forma virtual. La idea es apostar por una contención que promueva el protagonismo de las personas, indagando acerca del padecer y de las dificultades de cada uno de los participantes del grupo. Hay que salir del individualismo que muchas veces nos detiene y apostar a las acciones solidarias. ¡Un nuevo modo de pensar, sentir y hacer!

RONALDO WRIGHT  
www.ronaldowright.com