(Publicado en Psicología Social para Todos: tierra y escritura del hacer, sentir y pensar - Año 4 Nro. 44 de septiembre de 2012; en Centro de Estudios Sociales Argentino con fecha 27/9/2012; en La Silla del Coordinador con fecha 6/4/2013; en Otro Camino Social con fecha 11/11/2014 y en 1968 Grupalista - Biblioteca de Psicología Social Pichoniana con fecha 20/4/2015)
APRENDIZAJE Y PSICOLOGIA SOCIAL
El vocablo aprendizaje proviene de aprendiz, refiriéndose a la persona que aprende algún arte u oficio. El aprendizaje —a saber, uno de los seis vectores del cono invertido creado por Enrique Pichon-Rivière— es definido como la apropiación instrumental de la realidad para modificarla. Apropiarse es adueñarse; tomar algo e incorporarlo de modo tal que lo externo se nos haga interno. Hablamos aquí de un proceso de adquisición de saberes y de la experimentación con los mismos para obtener otros nuevos. Nuestra Psicología Social nos prepara en una didáctica que va rompiendo con todo automatismo de repetición, fundamentándose en la unidad del enseñar y aprender (enseñaje) que permita situarnos de otro modo en el mundo.
Veamos, pues, algunas ideas vinculadas con las características de este aprendizaje psicosocial que va en procura de resolver las situaciones estereotipadas y dilemáticas de la vida cotidiana. Así, Philippe Meirieu distingue entre dos conceptos en apariencia análogos: instrucción y aprendizaje. Mientras que instruir es aplicar, aprender es adquirir valores y normas. Instruir escapa a toda reflexión; aprender exige reflexionar con libertad y autonomía. La instrucción alude a un entrenamiento, a la incorporación de una mecánica donde interesan los datos y la memoria. En cambio, el aprendizaje nos conecta con estructuras de pensamiento, con la construcción de una cosmovisión totalizadora del universo. Mientras que la instrucción impone, el aprendizaje libera.
Sabemos que la Psicología Social piensa al grupo operativo de aprendizaje como un dispositivo privilegiado donde las estructuras rígidas de conducta pueden ser singular y colectivamente trabajadas. Se apuesta a una dialogicidad grupal que aparece bajo la forma de un discurso, donde la presencia del otro adviene, se reafirma y se manifiesta. La finalidad esencial es la de poder comprometerse emocionalmente con los otros en un encuentro que permita la ternura y el acogimiento del semejante. En términos del filósofo Jürgen Habermas, tal búsqueda tendería además a adquirir un conocimiento emancipatorio concreto que nos ayude a entender cómo las relaciones sociales son manipuladas y distorsionadas por los poderes hegemónicos y sus privilegios.
Ya en el siglo XVII Jan Amos Comenius, con su didáctica abocada a la educación, pregonaba que cada individuo debe ampliar los conceptos sobre cualquier tema, pues el aprendizaje es un proceso que afecta a largo plazo la vida de toda persona y produce profundos resultados éticos. El objeto es favorecer al máximo el desarrollo individual y social; y precisamente en los grupos se propicia la circulación de lo que llamamos inter-saberes. Si para algunos la pedagogía es un arte, desde lo psicosocial solemos hablar del ECRO (esquema conceptual referencial operativo) como un arte-facto para pensar, sentir y hacer. Decimos arte-facto en el sentido de hecho con arte; artesanía que posibilita enfrentar las múltiples complejidades del mundo actual.
La moderna pedagogía crítica también es una propuesta de aprendizaje que intenta una nueva manera de leer la realidad, capaz de responder a las problemáticas de este planeta hiperglobalizado. Según Henry A. Giroux, sus conceptos fundamentales son: comunicación, humanización, participación, transformación y contextualización. Se puede fácilmente advertir el íntimo nexo entre estas ideas y las formuladas por nuestra didáctica psicosocial, encaminada hacia la praxis del aprender a emprender. Si fuese cierto que los hombres se producen a sí mismos, pensamos que dicha tarea es mucho mejor abordarla de modo grupal para lograr como resultado la creación de un ser nuevo. Para Emile Durkheim, el fin último sería humanizar al hombre.
Es así que una lectura más coherente de la realidad va en procura de alcanzar la modificación de uno mismo (mundo interno), como también cambiar el mundo externo en el que interactuamos (llamado arte del timonel). Aquí la idea de lo cultural es fundamental a los fines de la comprensión de esta temática, entendiendo por cultura al conjunto de valores, ideologías y prácticas a partir de las cuales otorgamos sentido al mundo. Creemos que el enseñaje en grupo incentiva la producción de ideas y la realización de acciones concretas, logrando un acomodamiento del individuo al medio en el que le toca vivir. Es esencial estar dispuestos a aprender a aprender (deuteroaprendizaje) conforme la terminología acuñada por Gregory Bateson.
Los sujetos de tal modo agrupados podrán promover una concreta lógica democrática y participativa que les sirva como guía para la vida cotidiana, intentando además construir un espacio para la creación y el invento. El vector aprendizaje se logra por sumación de información. En determinado momento se produce un cambio cualitativo en el grupo, que se traduce en términos de resolución de ansiedades, adaptación activa a la realidad, creatividad, proyectos, etc. Para John Dewey, el aprendizaje da a cada individuo la posesión de sí mismo, la independencia y la posibilidad de adecuarse a las modificaciones del medio. El sujeto, inmerso en una dialéctica intrasistémica-intersistémica con el cosmos, no puede sino transformarlo y transformarse.
El educador Paulo Freire, uno de los máximos representantes de la pedagogía de la liberación, defiende la idea del aprendizaje como un proceso de concienciación de la condición social del individuo, que la va adquiriendo mediante el análisis reflexivo y crítico del mundo que habita. Esto mismo sucede con nuestro enseñaje psicosocial, altamente resolutivo, solidario y con un firme proyecto de favorecer al máximo el desarrollo de las personas, de los grupos y de la sociedad toda. Parafraseando a Ignacio Martín-Baró, el propósito es bucear tanto en la política del aprendizaje como en el aprendizaje de la política, de modo tal de liberar a cada sujeto brindándole una mayor autonomía y distintas posibilidades reales de elección de vida.
En conclusión, el aprendizaje grupal y crítico aquí expuesto representa un acto de habilitación en tanto ayuda a capacitarnos —como verdaderos agentes del cambio social planificado— para ir modificando las condiciones de existencia allí donde sea necesario. En términos de Peter McLaren, es propender hacia un aprendizaje dinámico y participativo que rechaza de plano la idea de una enseñanza entendida como mera fabricación uniforme de subjetividades, para que cada vez más individuos busquen ser obra de sí mismos, artífices de su destino y dueños de su propia historia. Nuestro enfoque psicosocial pretende simplemente abrir el horizonte del presente y del futuro. Tal vez no sea más que un horizonte utópico, pero a la vez posible y realizable.
MARTINA WRIGHT
RONALDO WRIGHT
www.ronaldowright.com
sábado, 15 de septiembre de 2012
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