(Publicado en el blog Maravillas y Atrocidades para Pensar con fecha 14/2/2016; en FMM Educación con fecha 16/2/2016 y en A.P.S.R.A. - Contenidos Teóricos con fecha 23/2/2016)
EL PSICODRAMA ESTA DE LUTO
Si los desesperados somos muchos es más fácil.
¡Se nos fue Tato! El pasado 4 de octubre de 2015 falleció Eduardo Pavlovsky, médico, psicoanalista, psicodramatista, actor, director, dramaturgo e ícono de nuestro teatro nacional. Fue un luchador en los ámbitos donde desplegó su actividad y en su vida toda. Habitó el coraje de ser, hacer y pensar. Ese fue su modo de existir, pero por sobre todo su política, su ética y su estética. Apasionadamente sostuvo que lo terrible era que dejáramos de sorprendernos; pues ahí, en ese punto trágico, morían el amor y la creación. Y estos principios habrán de ser continuados por las próximas generaciones, quienes recogerán las banderas que él generosamente nos legó.
Tanto en el teatro como en la coordinación de grupos, Tato creyó en la Multiplicación Dramática como un dispositivo artístico y clínico sanador. Multiplicar proviene de plico: pliegue, desplegar e implicarse, comprometerse. Así, enseñó que una escena original daba paso a una serie de multiplicaciones que luego irían creciendo de ellas mismas, con un verdadero desarrollo rizomático (multiplicación de multiplicación de multiplicaciones), logrando des-sujetizar a los participantes de tal experiencia. Para él desbloquear era más importante que analizar; y su propuesta consistía en poder jugar con nuestros bloqueos antes que interpretar sus motivaciones.
Pavlovsky decía que no se puede jugar a medias. Si jugamos hay que hacerlo a fondo, con pasión. Es necesario salir del mundo de lo concreto para incursionar en el terreno de la locura, de la cual hay que aprender a entrar y a salir. Sin meternos en la locura no hay creatividad. Y sin creatividad uno se burocratiza, se torna hombre concreto, repite palabras de otro. En términos psicosociales, se trataría de una adaptación pasiva a la realidad o de aceptar acríticamente normas y valores impuestos. Propuso vivir una existencia llena de intensidades y de nuevos territorios afectivos; algo así como el simple hecho de la propia vivencia como posibilidad y potencia.
Su psicodrama y el modo de abordar lo grupal seguirán siendo un aporte para todos, invitando a hacer un escenario de los espacios, un lugar donde todo lo que acontezca dependa exclusivamente de cuanto consigamos inventar. Y que después podamos registrar esas emociones que nos dejan fuertes marcas en nuestras subjetividades. Tato Pavlovsky nos llevó a comprender el concepto de “entre” en los vínculos, como un constante fluir que permite conectar las multiplicidades. Es un flujo consistente, denso, pasional, que describe un mundo, su mundo. Siempre vital y en movimiento continuo para que así vayan renaciendo nuestras intimidades afectadas.
Cuando coordinaba grupos no sólo transmitía un saber intelectual del conocimiento acumulado, sino un saber que está en el cuerpo. Escuchar el cuerpo y sus resonancias fue y es un gran aprendizaje pavlovskiano. Tato siempre entendió que aquello que finalmente cura es el grupo. Según el diccionario de la Real Academia Española, curar es también cuidar. La palabra cura no alcanza para abarcar en su totalidad la riqueza y complejidad que el trabajo psicodramático produce en los integrantes de un colectivo de individuos. Pues, de eso se trata el curäre —el cuidar— de generar las condiciones óptimas para el despliegue de lo lúdico y de la diversión.
Lúdico viene del latín ludicrum, que además de juego es diversión. Divertir es recrear, es invención; surge de vertere que es alejarse. Pavlovsky proponía alejarse de la escena conflictiva inicial individual, dando un giro, una apertura creativa para ser elaborada luego por el grupo. Es la tarea del psicodramatista poder captar de qué manera las di-versiones afectan al grupo y, en particular, al protagonista quien, en un gesto de enorme apertura y confianza, expone su intimidad a los atravesamientos de los demás participantes. Esta tarea fomenta el desarrollo psicosocial de cada cual, permitiendo conformar la personalidad a través de un placentero compartir.
Eduardo Pavlovsky hizo de la palabra y del cuerpo una herramienta. Nunca cesó de llamar a la resistencia contra la dominación, de incitar a la profunda reflexión acerca de la condición humana en sus miserias y sus grandezas. Por eso fue perseguido y tuvo que escapar precipitadamente del país, sufriendo en su propia piel el exilio de los años negros de la dictadura militar argentina. Que sirvan estos breves conceptos de cálido homenaje a quien paseó su saber por La Habana, Madrid, Copenhague, Gotemburgo, Londres, entre tantas otras ciudades del mundo que pudieron disfrutar de su inmensa producción artística. ¡Un abrazo para vos, Tato deleuziano y rizomático!
RONALDO WRIGHT
www.ronaldowright.com
sábado, 13 de febrero de 2016
jueves, 7 de enero de 2016
143 - Entrevista para la Universidad Isabel I de Castilla (España)
(Publicado en la página web de la Asociación de Psicólogos Sociales de la República Argentina - A.P.S.R.A. con fecha 15/1/2016)
ENTREVISTA PARA LA UNIVERSIDAD ISABEL I DE CASTILLA
A continuación transcribo la entrevista que me efectuara María Inmaculada Elvira en enero de 2016 desde la Universidad Isabel I de Castilla, fundada en el año 2008 y adaptada al Espacio Europeo de Educación Superior. Sus instalaciones se encuentran en el edificio del antiguo Seminario Mayor, en la zona alta de la ciudad española de Burgos y alberga los servicios centrales del rectorado, el aula magna, la administración, la secretaría general, la biblioteca virtual, las zonas de trabajo del profesorado y el aulario, así como los servicios informáticos.
M.I.E. Se podría presentar por favor, ¿dónde trabajó o qué estudió?
R.W. Mi nombre es Ronaldo Wright y soy psicólogo social, abogado, docente y escritor. Vivo en Buenos Aires y, en primer lugar, quiero agradecer este contacto que me posibilita difundir algo de la Psicología Social Argentina, creada por el Dr. Enrique Pichon-Rivière (1907-1977) hace unos sesenta (60) años.
Soy egresado de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Buenos Aires, donde también fui docente de la materia del Ciclo Básico Común denominada Instituciones de Derecho Privado. Además, soy egresado de la Escuela de Psicología Social Nuestro Tiempo. Más información personal puede obtenerse ingresando a la ventana “Biografía” que surge de mi sitio web www.ronaldowright.com
M.I.E ¿Qué es la psicología social?
R.W. Nuestra disciplina se enmarca dentro de la corriente sociopsicológica que posee una idea central: el vínculo. Precisamente, dicha noción es el puente que habilita el tránsito desde la psicología individual a la psicología social, ya que se convierte en el dispositivo de análisis de las relaciones entre la estructura de la personalidad y la estructura social. La vieja oposición entre individuo y sociedad se resuelve de forma tal que sólo existe el hombre en situación.
Se piensa al ser humano de esta era hiperglobalizada como un sujeto en crisis y, en consecuencia, que precisa reconstruir su esquema referencial (vgr. sus modelos de pensar, de sentir y de hacer en el mundo) para producir nuevos tejidos sociales que lo amparen y lo sostengan. Y de tal modo le faciliten reencontrar un proyecto existencial y una razón para vivir.
Para enfrentar estas problemáticas de la modernidad tardía se necesitan profesionales formados en un marco metodológico, teórico y técnico que trabajen en las redes y las tramas vinculares. Esos especialistas son los psicólogos sociales y el campo científico que los sustenta es la psicología social.
M.I.E. ¿Cuáles son las áreas de actuación de un psicólogo social?
R.W. El entrenamiento que adquieren los operadores psicosociales en nuestro país los habilita para actuar en cualquier instancia donde se produzcan procesos de interacción humana: el ámbito grupal, el institucional y el comunitario. La psicología social que se postula, en función de su abordaje del individuo en sus condiciones concretas de existencia, es definida como crítica de la vida cotidiana. De allí que se procure combatir toda aceptación acrítica de normas y valores dados e impuestos en pos de tender hacia lo que se denomina una adaptación activa a la realidad.
La psicología social argentina como disciplina que indaga la interacción en sus dos modalidades —intersubjetiva o mundo externo e intrasubjetiva o mundo interno— es operativa, significativa y direccional. La labor del investigador social consiste en pesquisar las dificultades que cada persona tiene en un grupo determinado, que puede ser su familia, la escuela donde estudia, la empresa donde trabaja, la institución o la comunidad a la que pertenece, entre otras.
El campo de acción del operador psicosocial es básicamente el de los miedos. Su labor es esclarecer el origen y el carácter irracional de los mismos, los que en última instancia pueden ser reducidos a dos: el miedo a la pérdida y el miedo al ataque. El primero se manifiesta en las circunstancias de cambio, al abandonar el sujeto lo conocido. Algo así como la ansiedad ante la pérdida de un status determinado. El miedo al ataque se manifiesta como temor ante lo desconocido, la ansiedad ante una nueva situación a estructurar.
M.I.E. ¿Por qué se animó a estudiar psicología social?
R.W. Creo que lo que más entusiasma a todo aquel que accede a esta ciencia es la posibilidad de convertirse en un verdadero agente del cambio social planificado, instrumentado para modificar la realidad positivamente mediante el empleo de la dialéctica o del arte de razonar. Para ello es importante lograr como base tanto una aptitud como una actitud psicosocial, entendiendo al hombre como configurándose en una actividad transformadora de sí mismo y del contexto en que vive.
Suele decirse que el profesional de la psicología social es también un co-pensor, un colaborador o facilitador para la estructuración de dispositivos analizadores colectivos a través de los cuales un grupo procesa sus contradicciones, desoculta lo subyacente (denunciando y superando lo ilusorio) y programa las acciones concretas pertinentes para esa marcha —permanentemente inacabada— de redefinición de las necesidades. Es, pues, un agente de cambio en tanto debe ser capaz de modificar dialécticamente el medio en la medida de sus posibilidades (causalidad adecuada), esencialmente en lo comunitario.
M.I.E. ¿Cuáles son los problemas más comunes de los consultantes?
R.W. Uno de los problemas más comunes es el conflicto. Así como no hay individuo sin conflictos, tampoco existen los grupos aconflictivos. Las desavenencias en el ámbito de lo humano están a la orden del día, sea en las formas de vincularse o en los modos de comunicarse. Como ya dije, los psicólogos sociales se desempeñan en los más diversos espacios: como coordinadores grupales, en tareas de mediación, en grupos de desocupados, en centros de jubilados y geriátricos, con niños y adolescentes, en los distintos deportes, en ludotecas infantiles, en las cárceles, en los hospitales, en el ámbito de lo familiar, de lo laboral y de lo organizacional. Donde la vida cotidiana transcurre hay un lugar para el rol del operador psicosocial.
Un párrafo aparte merece la tarea llevada a cabo en emergencias psicosociales o en situaciones de crisis, pues allí el profesional brinda solidariamente tanto contención humanitaria como primeros auxilios ante catástrofes, desastres, atentados, accidentes graves y todo hecho natural o provocado que genere conmoción emocional o angustia pública. Algunas de las intervenciones que podemos citar son: el atentado a la sede de la AMIA; la explosión de la fábrica militar de Río Tercero; las graves inundaciones en el Chaco, Santa Fe, La Plata, Luján y Córdoba; las tragedias aéreas de Austral, Lapa y Sol; la caída de un puente colgante en Chubut; la tragedia ferroviaria en la estación Once; el incendio en la boite Cromañón; un rayo caído en un balneario de la costa atlántica; y así siguiendo.
M.I.E. ¿Con que técnicas o métodos se suele ayudar en este tipo de problemas?
R.W. La psicología social argentina se nutre de técnicas y de información provenientes de numerosas materias: la filosofía, la sociología, la epistemología, la fenomenología, la psicología, el psicodrama, el psicoanálisis, la gestalt, entre muchas otras. Pichon-Rivière siempre hizo referencia a una epistemología convergente, considerando a la psicología social como una interciencia que incluye los saberes de los más diversos campos.
Además, el operador psicosocial actúa teniendo en consideración una determinada cosmovisión de mundo; desde una particular concepción del ser humano, de la sanidad y de la enfermedad, sea en el campo de la Salud Mental o sea en el terreno del aprendizaje. Su metodología de trabajo consiste en emplear técnicas específicas que sirvan para adaptarse activamente a la realidad. Como ya señalé, atiende esos requerimientos de la comunidad tanto en circunstancias habituales propias de la cotidianidad como en situaciones de crisis y emergencias sociales.
Es habitual utilizar la técnica del grupo operativo, es decir una agrupación con una tarea explícita pactada y claramente especificada que no actúa solamente sobre lo individual de cada miembro (verticalidad) ni tampoco con la exclusiva visión del grupo como un todo (horizontalidad), sino fundiendo y articulando ambas concepciones. De tal forma, se subraya la función de contención del grupo hacia sus integrantes y el sentimiento de seguridad que ello les brinda. El término operativo deriva de la idea de que ninguna indagación-acción es inofensiva, sino que inevitablemente modifica lo indagado. Un colectivo de personas es calificado como operativo cuando apunta hacia una dirección determinada, para comprenderla y dirigirla.
M.I.E. ¿Cuál es el papel del psicólogo social en los centros sociales?
R.W. Entiendo como relevante destacar la importancia que posee la transdisciplina en toda tarea que se lleve a cabo en los centros sociales. La problemática de lo humano es lo suficientemente compleja como para no poder ser abarcada por una sola disciplina científica. Desde esa óptica, creo conveniente el trabajo conjunto del psicólogo social con médicos, educadores, psicólogos clínicos, counselors o consultores psicológicos, ayudantes psicoterapéuticos, terapistas ocupacionales, psicodramatistas, y cualquier otro saber especializado que sea útil y necesario.
Espero que un nuevo paradigma comience a dar nacimiento a lo transdisciplinario, promoviendo la activa participación de todos y en pos de una ética humanista cada vez más imprescindible. Obviamente, ello tendrá que ir de la mano de las políticas públicas que se vayan desplegando en este naciente siglo XXI, tan complejo en lo comunitario y en lo social. El combate deberá ser contra el individualismo extremo y en procura de alcanzar formas más solidarias de participación y convivencia.
M.I.E. ¿Qué le apasiona más de su trabajo?
R.W. En mi caso puntual me apasiona la docencia. Aquí la propuesta educativa es muy interesante, ya que una vez que el docente da su clase —y después de un muy breve descanso— los integrantes del grupo se reúnen sentados en círculo y enriquecen dicha exposición teórica. No hay un único saber, sino que todos aportan sus respectivos conocimientos. Nuestra didáctica de emergentes está destinada no sólo a comunicar entendimiento (tarea informativa) sino básicamente a desarrollar aptitudes y cambiar actitudes (tarea formativa).
Otra característica está relacionada con el sentido de la búsqueda de la mayor heterogeneidad posible en términos de edad, sexo, formación, etc. en la composición de los grupos que deben reelaborar la información recibida. Un conocido lema sostiene que a mayor homogeneidad en la tarea y mayor heterogeneidad de los miembros de un grupo, mayor resulta la productividad colectiva.
Por otra parte, en mi condición de abogado soy asesor legal de la Asociación de Psicólogos Sociales de la República Argentina (A.P.S.R.A.) y atiendo en forma gratuita las diversas consultas de sus asociados. También integré la comisión directiva de dicha institución durante la presidencia de Joaquín Pichon-Rivière, hijo del fundador y creador de la psicología social argentina. Actualmente, quien la preside es Carlos Alberto Margiotta, operador psicosocial, counselor o consultor psicológico, poeta y escritor.
M.I.E. ¿Cree que su trabajo es útil para la sociedad? ¿Qué opina de la psicología social actual?
R.W. Absolutamente, mi respuesta es afirmativa. Reitero que la tarea del operador psicosocial, como agente de cambio o corrector, tiene que ver con una indagación activa que implica ayudar a descifrar y transformar conductas estereotipadas que configuran enfermedad o, al menos, malestar. En tanto promotores de conciencia crítica, cito dos nociones sumamente claras: por un lado, trabajar en y con la vida cotidiana; y por otro, incluir sistemáticamente las estructuras de acción en toda reflexión operativa.
Esa es una labor sumamente útil para la sociedad actual. No es poca cosa el rol del psicólogo social en tanto promueve el protagonismo de las personas, obviamente, a partir de una nueva lectura de la realidad. Para ello creo esencialmente en el trabajo colectivo, en la potencia que despierta la tarea grupal, institucional y comunitaria. Decía Michel Foucault que el grupo no debe ser el vínculo orgánico que solamente una a sujetos jerarquizados, sino un constante creador de desindividualización. Máxime si se está atrapado por el individualismo, por el escepticismo y por ciertos retrocesos ideológicos en algunos sectores sociales de nuestra comunidad.
M.I.E. ¿Cree que en España este tipo de psicología está todo lo evolucionada que podría estarlo?
R.W. No conozco la realidad española en tal sentido. Sé que el Dr. Hernán Kesselman fundó en Madrid la Escuela de Psicología Social Enrique Pichon-Rivière, allá por el año 1980. Muchos han sido sus aportes, los que he desarrollado brevemente en un texto denominado “Nuestra Psicología Social en Madrid”. Así, él desarrolló el método CDR indicando estas tres siglas una operatividad grupal caracterizada por la búsqueda de consonancias-coincidencias-convergencias (C) que junto a disonancias-discrepancias-diferencias (D) permitan arribar a resonancias-resultancias (R) colectivas.
Sabido es que la lógica dialéctica acepta la presencia conjunta, simultánea, de distintos pares de fuerzas contradictorias que intentan forzar lo real en sentidos opuestos. En la búsqueda de la verdad dichas polaridades y antinomias evolucionan hacia una síntesis superior que las contiene. Si esto no se logra, la contradicción se convierte en un dilema de difícil solución. Tal noción de operatividad ha sido llevada a España como algo fundamental cuando de lo grupal hablamos, siendo ella uno de los eslabones del ECRO (esquema conceptual referencial operativo) pichoniano.
M.I.E. ¿Sabe si hay algún objetivo o proyecto de mejora para este tipo de psicología? ¿O cree usted que haría falta alguno?
R.W. Siempre se puede mejorar lo hasta aquí logrado. El saber de la psicología social argentina no es un saber estanco, sino que está siempre abierto a nuevos aportes. Ya que recién hablamos de España, puede apuntarse que allí se intentó articular el esquema de Pichon-Rivière con el de Siegmund Heinrich Foulkes, quien reconoció la importancia de la teoría de campo en el desarrollo de la investigación activa de la llamada grupo dinamia, dando al desaprendizaje-reaprendizaje (unlearning) un papel primordial en su praxis, junto a la comunicación colectiva. Su originalidad radicó en la síntesis creativa entre el psicoanálisis, la psicología de la gestalt y la sociología como fundamento de su Grupoanálisis Operativo.
En mi caso particular, trato de difundir todo lo atinente a esta querida disciplina y ciencia ya sea a través de mis disertaciones, de mis charlas o de mis textos. Cuento con un espacio en la revista mensual “Psicología Social para Todos” —creada y dirigida por el Lic. Juan E. Díaz— que he denominado Psicosociales Breves, cuyos artículos en su mayoría están transcriptos en mi página web antes citada. Y espero seguir en el futuro por esta senda, toda vez que el saber psicosocial me ha causado desde hace más de dos décadas atrás.
M.I.E. ¿La crisis económica puede afectar en los problemas de los consultantes de la psicología social?
R.W. Obviamente sí. Toda crisis económica produce pérdidas y ellas ocasionan todo tipo de conflictos, sean individuales o colectivos. En el implacable interjuego del hombre y el mundo globalizado surgen nuevos problemas que avizoran un paisaje inestable e insospechado, cuyos efectos se está todavía muy lejos de predecir. Se rompen las tramas vinculares que sostienen la identidad de los sujetos y los proyectos de vida se constituyen en preocupantes e inestables incertidumbres.
En tales circunstancias extremas resulta esencial la tarea del psicólogo social. Al indagar las vicisitudes de los individuos frente a los cambios —en palabras de Pichon-Rivière— se plantea la problemática de la modernidad como drama subjetivo y no sólo como rasgo del contexto general; más aún en situaciones críticas en lo económico, en lo político, en lo cultural y en lo comunitario. La psicología social se postula, entonces, como la ciencia de las interacciones orientada hacia una transformación social. Muchas gracias por la entrevista y vaya un abrazo fraternal.
RONALDO WRIGHT
www.ronaldowright.com
ENTREVISTA PARA LA UNIVERSIDAD ISABEL I DE CASTILLA
A continuación transcribo la entrevista que me efectuara María Inmaculada Elvira en enero de 2016 desde la Universidad Isabel I de Castilla, fundada en el año 2008 y adaptada al Espacio Europeo de Educación Superior. Sus instalaciones se encuentran en el edificio del antiguo Seminario Mayor, en la zona alta de la ciudad española de Burgos y alberga los servicios centrales del rectorado, el aula magna, la administración, la secretaría general, la biblioteca virtual, las zonas de trabajo del profesorado y el aulario, así como los servicios informáticos.
M.I.E. Se podría presentar por favor, ¿dónde trabajó o qué estudió?
R.W. Mi nombre es Ronaldo Wright y soy psicólogo social, abogado, docente y escritor. Vivo en Buenos Aires y, en primer lugar, quiero agradecer este contacto que me posibilita difundir algo de la Psicología Social Argentina, creada por el Dr. Enrique Pichon-Rivière (1907-1977) hace unos sesenta (60) años.
Soy egresado de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Buenos Aires, donde también fui docente de la materia del Ciclo Básico Común denominada Instituciones de Derecho Privado. Además, soy egresado de la Escuela de Psicología Social Nuestro Tiempo. Más información personal puede obtenerse ingresando a la ventana “Biografía” que surge de mi sitio web www.ronaldowright.com
M.I.E ¿Qué es la psicología social?
R.W. Nuestra disciplina se enmarca dentro de la corriente sociopsicológica que posee una idea central: el vínculo. Precisamente, dicha noción es el puente que habilita el tránsito desde la psicología individual a la psicología social, ya que se convierte en el dispositivo de análisis de las relaciones entre la estructura de la personalidad y la estructura social. La vieja oposición entre individuo y sociedad se resuelve de forma tal que sólo existe el hombre en situación.
Se piensa al ser humano de esta era hiperglobalizada como un sujeto en crisis y, en consecuencia, que precisa reconstruir su esquema referencial (vgr. sus modelos de pensar, de sentir y de hacer en el mundo) para producir nuevos tejidos sociales que lo amparen y lo sostengan. Y de tal modo le faciliten reencontrar un proyecto existencial y una razón para vivir.
Para enfrentar estas problemáticas de la modernidad tardía se necesitan profesionales formados en un marco metodológico, teórico y técnico que trabajen en las redes y las tramas vinculares. Esos especialistas son los psicólogos sociales y el campo científico que los sustenta es la psicología social.
M.I.E. ¿Cuáles son las áreas de actuación de un psicólogo social?
R.W. El entrenamiento que adquieren los operadores psicosociales en nuestro país los habilita para actuar en cualquier instancia donde se produzcan procesos de interacción humana: el ámbito grupal, el institucional y el comunitario. La psicología social que se postula, en función de su abordaje del individuo en sus condiciones concretas de existencia, es definida como crítica de la vida cotidiana. De allí que se procure combatir toda aceptación acrítica de normas y valores dados e impuestos en pos de tender hacia lo que se denomina una adaptación activa a la realidad.
La psicología social argentina como disciplina que indaga la interacción en sus dos modalidades —intersubjetiva o mundo externo e intrasubjetiva o mundo interno— es operativa, significativa y direccional. La labor del investigador social consiste en pesquisar las dificultades que cada persona tiene en un grupo determinado, que puede ser su familia, la escuela donde estudia, la empresa donde trabaja, la institución o la comunidad a la que pertenece, entre otras.
El campo de acción del operador psicosocial es básicamente el de los miedos. Su labor es esclarecer el origen y el carácter irracional de los mismos, los que en última instancia pueden ser reducidos a dos: el miedo a la pérdida y el miedo al ataque. El primero se manifiesta en las circunstancias de cambio, al abandonar el sujeto lo conocido. Algo así como la ansiedad ante la pérdida de un status determinado. El miedo al ataque se manifiesta como temor ante lo desconocido, la ansiedad ante una nueva situación a estructurar.
M.I.E. ¿Por qué se animó a estudiar psicología social?
R.W. Creo que lo que más entusiasma a todo aquel que accede a esta ciencia es la posibilidad de convertirse en un verdadero agente del cambio social planificado, instrumentado para modificar la realidad positivamente mediante el empleo de la dialéctica o del arte de razonar. Para ello es importante lograr como base tanto una aptitud como una actitud psicosocial, entendiendo al hombre como configurándose en una actividad transformadora de sí mismo y del contexto en que vive.
Suele decirse que el profesional de la psicología social es también un co-pensor, un colaborador o facilitador para la estructuración de dispositivos analizadores colectivos a través de los cuales un grupo procesa sus contradicciones, desoculta lo subyacente (denunciando y superando lo ilusorio) y programa las acciones concretas pertinentes para esa marcha —permanentemente inacabada— de redefinición de las necesidades. Es, pues, un agente de cambio en tanto debe ser capaz de modificar dialécticamente el medio en la medida de sus posibilidades (causalidad adecuada), esencialmente en lo comunitario.
M.I.E. ¿Cuáles son los problemas más comunes de los consultantes?
R.W. Uno de los problemas más comunes es el conflicto. Así como no hay individuo sin conflictos, tampoco existen los grupos aconflictivos. Las desavenencias en el ámbito de lo humano están a la orden del día, sea en las formas de vincularse o en los modos de comunicarse. Como ya dije, los psicólogos sociales se desempeñan en los más diversos espacios: como coordinadores grupales, en tareas de mediación, en grupos de desocupados, en centros de jubilados y geriátricos, con niños y adolescentes, en los distintos deportes, en ludotecas infantiles, en las cárceles, en los hospitales, en el ámbito de lo familiar, de lo laboral y de lo organizacional. Donde la vida cotidiana transcurre hay un lugar para el rol del operador psicosocial.
Un párrafo aparte merece la tarea llevada a cabo en emergencias psicosociales o en situaciones de crisis, pues allí el profesional brinda solidariamente tanto contención humanitaria como primeros auxilios ante catástrofes, desastres, atentados, accidentes graves y todo hecho natural o provocado que genere conmoción emocional o angustia pública. Algunas de las intervenciones que podemos citar son: el atentado a la sede de la AMIA; la explosión de la fábrica militar de Río Tercero; las graves inundaciones en el Chaco, Santa Fe, La Plata, Luján y Córdoba; las tragedias aéreas de Austral, Lapa y Sol; la caída de un puente colgante en Chubut; la tragedia ferroviaria en la estación Once; el incendio en la boite Cromañón; un rayo caído en un balneario de la costa atlántica; y así siguiendo.
M.I.E. ¿Con que técnicas o métodos se suele ayudar en este tipo de problemas?
R.W. La psicología social argentina se nutre de técnicas y de información provenientes de numerosas materias: la filosofía, la sociología, la epistemología, la fenomenología, la psicología, el psicodrama, el psicoanálisis, la gestalt, entre muchas otras. Pichon-Rivière siempre hizo referencia a una epistemología convergente, considerando a la psicología social como una interciencia que incluye los saberes de los más diversos campos.
Además, el operador psicosocial actúa teniendo en consideración una determinada cosmovisión de mundo; desde una particular concepción del ser humano, de la sanidad y de la enfermedad, sea en el campo de la Salud Mental o sea en el terreno del aprendizaje. Su metodología de trabajo consiste en emplear técnicas específicas que sirvan para adaptarse activamente a la realidad. Como ya señalé, atiende esos requerimientos de la comunidad tanto en circunstancias habituales propias de la cotidianidad como en situaciones de crisis y emergencias sociales.
Es habitual utilizar la técnica del grupo operativo, es decir una agrupación con una tarea explícita pactada y claramente especificada que no actúa solamente sobre lo individual de cada miembro (verticalidad) ni tampoco con la exclusiva visión del grupo como un todo (horizontalidad), sino fundiendo y articulando ambas concepciones. De tal forma, se subraya la función de contención del grupo hacia sus integrantes y el sentimiento de seguridad que ello les brinda. El término operativo deriva de la idea de que ninguna indagación-acción es inofensiva, sino que inevitablemente modifica lo indagado. Un colectivo de personas es calificado como operativo cuando apunta hacia una dirección determinada, para comprenderla y dirigirla.
M.I.E. ¿Cuál es el papel del psicólogo social en los centros sociales?
R.W. Entiendo como relevante destacar la importancia que posee la transdisciplina en toda tarea que se lleve a cabo en los centros sociales. La problemática de lo humano es lo suficientemente compleja como para no poder ser abarcada por una sola disciplina científica. Desde esa óptica, creo conveniente el trabajo conjunto del psicólogo social con médicos, educadores, psicólogos clínicos, counselors o consultores psicológicos, ayudantes psicoterapéuticos, terapistas ocupacionales, psicodramatistas, y cualquier otro saber especializado que sea útil y necesario.
Espero que un nuevo paradigma comience a dar nacimiento a lo transdisciplinario, promoviendo la activa participación de todos y en pos de una ética humanista cada vez más imprescindible. Obviamente, ello tendrá que ir de la mano de las políticas públicas que se vayan desplegando en este naciente siglo XXI, tan complejo en lo comunitario y en lo social. El combate deberá ser contra el individualismo extremo y en procura de alcanzar formas más solidarias de participación y convivencia.
M.I.E. ¿Qué le apasiona más de su trabajo?
R.W. En mi caso puntual me apasiona la docencia. Aquí la propuesta educativa es muy interesante, ya que una vez que el docente da su clase —y después de un muy breve descanso— los integrantes del grupo se reúnen sentados en círculo y enriquecen dicha exposición teórica. No hay un único saber, sino que todos aportan sus respectivos conocimientos. Nuestra didáctica de emergentes está destinada no sólo a comunicar entendimiento (tarea informativa) sino básicamente a desarrollar aptitudes y cambiar actitudes (tarea formativa).
Otra característica está relacionada con el sentido de la búsqueda de la mayor heterogeneidad posible en términos de edad, sexo, formación, etc. en la composición de los grupos que deben reelaborar la información recibida. Un conocido lema sostiene que a mayor homogeneidad en la tarea y mayor heterogeneidad de los miembros de un grupo, mayor resulta la productividad colectiva.
Por otra parte, en mi condición de abogado soy asesor legal de la Asociación de Psicólogos Sociales de la República Argentina (A.P.S.R.A.) y atiendo en forma gratuita las diversas consultas de sus asociados. También integré la comisión directiva de dicha institución durante la presidencia de Joaquín Pichon-Rivière, hijo del fundador y creador de la psicología social argentina. Actualmente, quien la preside es Carlos Alberto Margiotta, operador psicosocial, counselor o consultor psicológico, poeta y escritor.
M.I.E. ¿Cree que su trabajo es útil para la sociedad? ¿Qué opina de la psicología social actual?
R.W. Absolutamente, mi respuesta es afirmativa. Reitero que la tarea del operador psicosocial, como agente de cambio o corrector, tiene que ver con una indagación activa que implica ayudar a descifrar y transformar conductas estereotipadas que configuran enfermedad o, al menos, malestar. En tanto promotores de conciencia crítica, cito dos nociones sumamente claras: por un lado, trabajar en y con la vida cotidiana; y por otro, incluir sistemáticamente las estructuras de acción en toda reflexión operativa.
Esa es una labor sumamente útil para la sociedad actual. No es poca cosa el rol del psicólogo social en tanto promueve el protagonismo de las personas, obviamente, a partir de una nueva lectura de la realidad. Para ello creo esencialmente en el trabajo colectivo, en la potencia que despierta la tarea grupal, institucional y comunitaria. Decía Michel Foucault que el grupo no debe ser el vínculo orgánico que solamente una a sujetos jerarquizados, sino un constante creador de desindividualización. Máxime si se está atrapado por el individualismo, por el escepticismo y por ciertos retrocesos ideológicos en algunos sectores sociales de nuestra comunidad.
M.I.E. ¿Cree que en España este tipo de psicología está todo lo evolucionada que podría estarlo?
R.W. No conozco la realidad española en tal sentido. Sé que el Dr. Hernán Kesselman fundó en Madrid la Escuela de Psicología Social Enrique Pichon-Rivière, allá por el año 1980. Muchos han sido sus aportes, los que he desarrollado brevemente en un texto denominado “Nuestra Psicología Social en Madrid”. Así, él desarrolló el método CDR indicando estas tres siglas una operatividad grupal caracterizada por la búsqueda de consonancias-coincidencias-convergencias (C) que junto a disonancias-discrepancias-diferencias (D) permitan arribar a resonancias-resultancias (R) colectivas.
Sabido es que la lógica dialéctica acepta la presencia conjunta, simultánea, de distintos pares de fuerzas contradictorias que intentan forzar lo real en sentidos opuestos. En la búsqueda de la verdad dichas polaridades y antinomias evolucionan hacia una síntesis superior que las contiene. Si esto no se logra, la contradicción se convierte en un dilema de difícil solución. Tal noción de operatividad ha sido llevada a España como algo fundamental cuando de lo grupal hablamos, siendo ella uno de los eslabones del ECRO (esquema conceptual referencial operativo) pichoniano.
M.I.E. ¿Sabe si hay algún objetivo o proyecto de mejora para este tipo de psicología? ¿O cree usted que haría falta alguno?
R.W. Siempre se puede mejorar lo hasta aquí logrado. El saber de la psicología social argentina no es un saber estanco, sino que está siempre abierto a nuevos aportes. Ya que recién hablamos de España, puede apuntarse que allí se intentó articular el esquema de Pichon-Rivière con el de Siegmund Heinrich Foulkes, quien reconoció la importancia de la teoría de campo en el desarrollo de la investigación activa de la llamada grupo dinamia, dando al desaprendizaje-reaprendizaje (unlearning) un papel primordial en su praxis, junto a la comunicación colectiva. Su originalidad radicó en la síntesis creativa entre el psicoanálisis, la psicología de la gestalt y la sociología como fundamento de su Grupoanálisis Operativo.
En mi caso particular, trato de difundir todo lo atinente a esta querida disciplina y ciencia ya sea a través de mis disertaciones, de mis charlas o de mis textos. Cuento con un espacio en la revista mensual “Psicología Social para Todos” —creada y dirigida por el Lic. Juan E. Díaz— que he denominado Psicosociales Breves, cuyos artículos en su mayoría están transcriptos en mi página web antes citada. Y espero seguir en el futuro por esta senda, toda vez que el saber psicosocial me ha causado desde hace más de dos décadas atrás.
M.I.E. ¿La crisis económica puede afectar en los problemas de los consultantes de la psicología social?
R.W. Obviamente sí. Toda crisis económica produce pérdidas y ellas ocasionan todo tipo de conflictos, sean individuales o colectivos. En el implacable interjuego del hombre y el mundo globalizado surgen nuevos problemas que avizoran un paisaje inestable e insospechado, cuyos efectos se está todavía muy lejos de predecir. Se rompen las tramas vinculares que sostienen la identidad de los sujetos y los proyectos de vida se constituyen en preocupantes e inestables incertidumbres.
En tales circunstancias extremas resulta esencial la tarea del psicólogo social. Al indagar las vicisitudes de los individuos frente a los cambios —en palabras de Pichon-Rivière— se plantea la problemática de la modernidad como drama subjetivo y no sólo como rasgo del contexto general; más aún en situaciones críticas en lo económico, en lo político, en lo cultural y en lo comunitario. La psicología social se postula, entonces, como la ciencia de las interacciones orientada hacia una transformación social. Muchas gracias por la entrevista y vaya un abrazo fraternal.
RONALDO WRIGHT
www.ronaldowright.com
viernes, 11 de diciembre de 2015
142 - Algo Más Sobre la Resiliencia Grupal
(Publicado en Psicología Social para Todos: tierra y escritura del hacer, sentir y pensar - Año 8 Nro. 80 de junio de 2016)
ALGO MAS SOBRE LA RESILIENCIA GRUPAL
El hombre que se levanta es aún más fuerte que el que no ha caído. Viktor E. Frankl.
La resiliencia grupal se da cuando un conjunto de personas despliega estructuras de afinidad, de pertenencia y de enlace desarrollando distintos modos de afrontar juntos situaciones que han puesto en riesgo a sus integrantes. Así ocurrió, por ejemplo, con algunos jóvenes que se unieron después de la tragedia de Cromañón, formando un grupo que trabajó durante todo un año y que les permitió recuperar poco a poco el equilibrio emocional dañado. También podemos citar el caso de reclusos privados de su libertad que asisten a talleres coordinados por psicólogos sociales con el propósito de internalizar herramientas para su sostén anímico.
Tal resiliencia alude a la convicción que tiene un grupo en superar de modo exitoso los obstáculos, sin pensar en la derrota aunque los resultados en principio se presenten en su contra. De allí que el grupo operativo pichoniano sea un dispositivo de producción colectiva de saber que, además, tiene una direccionalidad; es decir, elabora cambios no totalmente conscientes en los esquemas referenciales de sus miembros. Así, en coyunturas de crisis existencial —que generan intensos miedos y mucha ansiedad— la resiliencia grupal trabaja sobre la desestructuración y la ulterior reestructuración de cada uno de los afectados, produciéndoles un saber inédito.
La resiliencia colectiva contiene dos factores: la capacidad de forjar un proceder vital positivo pese a los acontecimientos difíciles y, por otro lado, la resistencia frente a la devastación intentando preservar la propia integridad del grupo. La tarea conjunta conlleva la emergencia de un conocimiento nuevo, operando cada integrante como un partenaire de los demás, cuyo sentir-pensar-y-hacer estimula y va sirviendo de apoyo para que esos otros del grupo produzcan sus propias respuestas ante la adversidad. La resiliencia grupal es poder afrontar esa fatalidad de forma constructiva, adaptarse con flexibilidad y salir fortalecido de los sucesos traumáticos.
Podemos decir que la resiliencia que mencionamos es pensada como una remozada manera de riqueza interior. Es la confluencia entre el coping (capacidad de enfrentar los infortunios), la resistencia y la reconstrucción de un comportamiento positivo y original en circunstancias difíciles. Lo grupal permite ir venciendo esas dificultades a través de la complementariedad y la cooperación en la labor conjunta, ayudando de tal forma a superar el estancamiento y la estereotipia que produce la desdicha sufrida, enriqueciendo el conocimiento de sí y de los otros. El pertenecer a tal trama social y ser reconocidos como sujetos productores facilita la recuperación.
Los humanos somos fruto de nuestras circunstancias históricas, pero a la vez tenemos un carácter activo en la elaboración de dichas vivencias. La psicología social habla de sujetos productores y producidos; de allí que los grupos operativos sean terapéuticos, toda vez que permiten la superación de lo traumático padecido en el contacto con la realidad. Se va constituyendo otra posición subjetiva, una distinta subjetividad y un movimiento psíquico más idóneo para hacer frente a las vivencias traumáticas y a los perjuicios sufridos. Si bien no todos somos iguales ante el riesgo, los vínculos grupales nos organizan más vigorosos y flexibles.
En la actualidad existen muchos estudios sobre la resiliencia que procuran evaluar sus características y sus componentes. Este tema se aclaró en el Primer Congreso Mundial de Resiliencia realizado en París en febrero de 2012, donde quedó establecido que se trata de una construcción de ocho pilares que suelen utilizar las personas y los grupos para poder alcanzar su propio equilibrio y bienestar. Pues entonces el instrumento más confiable será el que valore las siguientes variables: la autonomía, el afrontamiento, la autoestima, la conciencia, la responsabilidad, la sociabilidad inteligente, la esperanza (u optimismo) y la tolerancia a las frustraciones.
En los grupos operativos el coordinador interroga esas variables, las provoca; y pone a elaborar y a trabajar colectivamente a sus integrantes. Una de sus tantas funciones es posibilitar una apertura a significaciones inéditas, intentando que cada participante logre avanzar hacia lo que en un primer momento le resultaba imposible e impensado. La resiliencia colectiva va creando un nuevo ECRO —esquema conceptual referencial operativo— tanto en lo individual como en el conjunto. La idea es que puedan aflorar las capacidades de los seres humanos para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas e, inclusive, ser transformados por ellas.
RONALDO WRIGHT
www.ronaldowright.com
ALGO MAS SOBRE LA RESILIENCIA GRUPAL
El hombre que se levanta es aún más fuerte que el que no ha caído. Viktor E. Frankl.
La resiliencia grupal se da cuando un conjunto de personas despliega estructuras de afinidad, de pertenencia y de enlace desarrollando distintos modos de afrontar juntos situaciones que han puesto en riesgo a sus integrantes. Así ocurrió, por ejemplo, con algunos jóvenes que se unieron después de la tragedia de Cromañón, formando un grupo que trabajó durante todo un año y que les permitió recuperar poco a poco el equilibrio emocional dañado. También podemos citar el caso de reclusos privados de su libertad que asisten a talleres coordinados por psicólogos sociales con el propósito de internalizar herramientas para su sostén anímico.
Tal resiliencia alude a la convicción que tiene un grupo en superar de modo exitoso los obstáculos, sin pensar en la derrota aunque los resultados en principio se presenten en su contra. De allí que el grupo operativo pichoniano sea un dispositivo de producción colectiva de saber que, además, tiene una direccionalidad; es decir, elabora cambios no totalmente conscientes en los esquemas referenciales de sus miembros. Así, en coyunturas de crisis existencial —que generan intensos miedos y mucha ansiedad— la resiliencia grupal trabaja sobre la desestructuración y la ulterior reestructuración de cada uno de los afectados, produciéndoles un saber inédito.
La resiliencia colectiva contiene dos factores: la capacidad de forjar un proceder vital positivo pese a los acontecimientos difíciles y, por otro lado, la resistencia frente a la devastación intentando preservar la propia integridad del grupo. La tarea conjunta conlleva la emergencia de un conocimiento nuevo, operando cada integrante como un partenaire de los demás, cuyo sentir-pensar-y-hacer estimula y va sirviendo de apoyo para que esos otros del grupo produzcan sus propias respuestas ante la adversidad. La resiliencia grupal es poder afrontar esa fatalidad de forma constructiva, adaptarse con flexibilidad y salir fortalecido de los sucesos traumáticos.
Podemos decir que la resiliencia que mencionamos es pensada como una remozada manera de riqueza interior. Es la confluencia entre el coping (capacidad de enfrentar los infortunios), la resistencia y la reconstrucción de un comportamiento positivo y original en circunstancias difíciles. Lo grupal permite ir venciendo esas dificultades a través de la complementariedad y la cooperación en la labor conjunta, ayudando de tal forma a superar el estancamiento y la estereotipia que produce la desdicha sufrida, enriqueciendo el conocimiento de sí y de los otros. El pertenecer a tal trama social y ser reconocidos como sujetos productores facilita la recuperación.
Los humanos somos fruto de nuestras circunstancias históricas, pero a la vez tenemos un carácter activo en la elaboración de dichas vivencias. La psicología social habla de sujetos productores y producidos; de allí que los grupos operativos sean terapéuticos, toda vez que permiten la superación de lo traumático padecido en el contacto con la realidad. Se va constituyendo otra posición subjetiva, una distinta subjetividad y un movimiento psíquico más idóneo para hacer frente a las vivencias traumáticas y a los perjuicios sufridos. Si bien no todos somos iguales ante el riesgo, los vínculos grupales nos organizan más vigorosos y flexibles.
En la actualidad existen muchos estudios sobre la resiliencia que procuran evaluar sus características y sus componentes. Este tema se aclaró en el Primer Congreso Mundial de Resiliencia realizado en París en febrero de 2012, donde quedó establecido que se trata de una construcción de ocho pilares que suelen utilizar las personas y los grupos para poder alcanzar su propio equilibrio y bienestar. Pues entonces el instrumento más confiable será el que valore las siguientes variables: la autonomía, el afrontamiento, la autoestima, la conciencia, la responsabilidad, la sociabilidad inteligente, la esperanza (u optimismo) y la tolerancia a las frustraciones.
En los grupos operativos el coordinador interroga esas variables, las provoca; y pone a elaborar y a trabajar colectivamente a sus integrantes. Una de sus tantas funciones es posibilitar una apertura a significaciones inéditas, intentando que cada participante logre avanzar hacia lo que en un primer momento le resultaba imposible e impensado. La resiliencia colectiva va creando un nuevo ECRO —esquema conceptual referencial operativo— tanto en lo individual como en el conjunto. La idea es que puedan aflorar las capacidades de los seres humanos para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas e, inclusive, ser transformados por ellas.
RONALDO WRIGHT
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lunes, 16 de noviembre de 2015
141 - Régimen de Promoción de Juventudes
(Publicado en la revista de cultura y política La Tecl@ Eñe - Año XIV Nro. 69 correspondiente al bimestre noviembre - diciembre de 2015)
REGIMEN DE PROMOCION DE JUVENTUDES
El Congreso de la Nación continuará sus sesiones hasta el recambio parlamentario del próximo 10 de diciembre, por lo que esperamos que durante esa prórroga se convierta en ley el Régimen de Promoción de las Juventudes, que se encuentra en el Senado con media sanción de la Cámara de Diputados. Dicho proyecto incluye a más de sesenta programas y llegará a cubrir a un millón de beneficiarios.
Su aplicación se amplía a quienes tengan entre quince (15) y veintinueve (29) años de edad. La idea es instituir un marco normativo integral que implante los derechos de las y los adolescentes, así como también las obligaciones del Estado a los fines de garantizar y de promover su ejercicio efectivo, favoreciendo la articulación inter-ministerial y la coordinación federal de las políticas públicas en esta materia.
Se trata, sin duda alguna, de promover un orden social más equitativo y más justo, intentando encuadrar o domesticar al libre mercado mediante regulaciones sociales a favor de la juventud. El problema de la inclusión deviene entonces en la cuestión social por excelencia, para paliar aquellas desventajas que padecen nuestros pibes en materia de derecho al trabajo, la salud, la educación, la vivienda y la cultura.
Más de veinticinco mil jóvenes debatieron -a lo largo y ancho del país- los puntos centrales del proyecto, buscando que la norma se asimile a la realidad de cada provincia. Estos foros juveniles recorrieron numerosas localidades de nuestro territorio para que el régimen incorpore temas tales como el tratamiento y la prevención del uso de sustancias ilegales, la salud reproductiva y el acceso a la vivienda.
El fin de esta nueva política estatal inclusiva dirigida a los jóvenes es que las futuras generaciones cuenten con los mismos derechos y garantías que tienen en la actualidad. Tal iniciativa instaura como objetivos a lograr: el respaldo de una sanidad plena, integral y de buena calidad; el derecho a la seguridad social y al trabajo, con su consiguiente capacitación laboral; el financiamiento educativo; entre muchos otros.
Dispone un sistema de actualización automática del plan PROG.R.ES.AR – Programa de Respaldo a Estudiantes de Argentina, para que los jóvenes entre los dieciocho (18) y los veinticuatro (24) años de edad sigan iniciando y completando sus estudios en cualquier nivel educativo. Los actuales $ 900 por mes se mejorarán cada seis (6) meses, al igual que las jubilaciones y la AUH - asignación universal por hijo.
La normativa procede a instituir seis nuevos organismos, denominados “Promoción de las Juventudes”. Entre ellos está el Instituto Nacional de Juventudes, que tendrá a su cargo implementar el plan Progresar; y la Secretaría Nacional de la Juventud, que pasará a la órbita de la Presidencia de la Nación. Se crea también la red de Consejos Municipales y la figura del Defensor de los Derechos de la Juventud.
Tanto esos organismos municipales como el Consejo Federal coordinan y articulan inter-jurisdiccionalmente las políticas de los adolescentes, a la vez que propician la organización y la participación juvenil así como la fundación de áreas a nivel local. De tal modo se tiende a fortalecer el federalismo y las perspectivas regionales en la implementación y el diseño de todo lo atinente a sus propósitos y necesidades.
Para concluir, digamos que la lucha contra la exclusión se lleva a cabo, y sobre todo, también bajo una modalidad preventiva. De hecho, la inclusión de nuestros adolescentes va en procura de que todos ellos se encuentren por dentro de los circuitos activos de intercambios sociales. Esta norma pretende asegurarles la mayor y mejor protección posible ante un futuro que hoy se les presenta incierto y difícil.
RONALDO WRIGHT
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martes, 3 de noviembre de 2015
140 - Eduardo "Tato" Pavlovsky
(Publicado en Campo Grupal - Año XVIII Nro. 183 de noviembre de 2015 y en A.P.S.R.A. - Contenidos Teóricos con fecha 8/11/2015)
EDUARDO “TATO” PAVLOVSKY
Sumándonos a la propuesta de Campo Grupal, en cuanto a homenajear al querido Tato Pavlovsky (médico, psicoanalista, actor, dramaturgo, director e ícono de nuestro teatro nacional) fallecido el pasado 4 de octubre, queremos mencionar algunas anécdotas y pasajes de su vida.
Es muy conocida su amistad con Hernán Kesselman y Armando Bauleo, siendo una curiosidad que los tres concurrían el mismo día a analizarse con Marie Langer, médica psiquiatra especializada en psicoanálisis en Viena y fundadora de la APA - Asociación Psicoanalítica Argentina, en 1942.
Cuenta Hernán Kesselman que —allá por los años sesenta— él le dejaba caliente el diván a Armando Bauleo quien, a su vez, se lo entregaba más calentito aún a Eduardo Pavlovsky, y entre ellos dejaban a Mimí exhausta a la hora del almuerzo. Además, los tres se peleaban para ver a quién ella quería más.
Eduardo creía que él era el preferido, pero resulta que tanto Hernán como Armando sentían lo mismo. ¿No será que Mimí les hizo creer el mismo cuento a los tres? Juntos compartieron no sólo esa transferencia analítica, sino además fundaron el movimiento Plataforma y tuvieron la insolencia de irse de la IPA.
Siempre hermanados compartieron la Casona de Belgrano, aunque el único que vivió allí fue Pavlovsky y los demás —incluyendo a Emilio Rodrigué— se sumaban a comer pizza y filosofar, creando un verdadero espacio de libertad de pensamiento. También esta osadía provocó que debieran exiliarse expulsados por la dictadura.
En una mezcla de amor y gratitud, Tato le escribió a Noemí Langer en su despedida: “muchas veces te dije que me salvaste la vida, que llegué todo roto, hecho pedazos, y armaste un rompecabezas de mi desesperanza; vos me curaste vieja sabia, vos supiste aguantar tanta locura desparramada en aquellas sesiones del sesenta”.
Parafraseando lo que Eduardo le expresó a su analista en dicho texto, hoy decimos: no te moriste Tato, ni te morirás nunca para muchos de nosotros; sos ejemplo mítico y modelo porque sin vos al psicodrama le hubiera faltado mucho. Por eso y por toda tu grandeza, seguís y seguirás vivo. ¡Gracias y adiós, querido maestro!
STELLA MARIS DISTASI
RONALDO WRIGHT
Psicólogos Sociales
Adenda: Eduardo Pavlovsky nació en Buenos Aires el 10 de diciembre de 1933. Fue fundador de la Asociación Argentina de Psicodrama, del Grupo Plataforma de Psicoanalistas y del Centro de Investigaciones Sociales, Estéticas y Grupales.
Publicó innumerables volúmenes y artículos de investigación y periodísticos, muchos de modo individual y otros en colaboración. Es autor de Psicoterapia de grupo de niños y adolescentes (1968), Proceso creador, terapia y existencia (1982) y Psicodrama ¿cuándo y por qué dramatizar? (1985).
En co-autoría con Hernán Kesselman escribió Las escenas temidas del coordinador de grupos (1978-1984), Clínica grupal II (1980), Espacios y creatividad (1980), La multiplicación dramática (1989-2000), Escenas-Multiplicidad: estética y micropolítica (1996).
Además, entre sus obras teatrales más celebradas se pueden citar La espera trágica, El señor Galíndez, Telarañas, Potestad, El cardenal, El Señor Laforgue, Rojos globos rojos, La muerte de Marguerite Duras, Solo brumas, y muchas otras más.
Recibió el Premio del Teatro IFT (en 1967), el Premio del Festival del Teatro de las Américas (Montreal, en 1987), el Premio de la Revista Time Out (Londres, en 1987), el Premio Molière (Francia, en 1989), el Premio Prensario (en 1994) y los Premios Argentores y ACE (en 1995), entre otros.
Finalmente, poco después de recibir en Bahía Blanca el título de Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional del Sur, a los ochenta y un (81) años de edad la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires lo designó Ciudadano Ilustre el pasado 15 de abril de 2015.
EDUARDO “TATO” PAVLOVSKY
Sumándonos a la propuesta de Campo Grupal, en cuanto a homenajear al querido Tato Pavlovsky (médico, psicoanalista, actor, dramaturgo, director e ícono de nuestro teatro nacional) fallecido el pasado 4 de octubre, queremos mencionar algunas anécdotas y pasajes de su vida.
Es muy conocida su amistad con Hernán Kesselman y Armando Bauleo, siendo una curiosidad que los tres concurrían el mismo día a analizarse con Marie Langer, médica psiquiatra especializada en psicoanálisis en Viena y fundadora de la APA - Asociación Psicoanalítica Argentina, en 1942.
Cuenta Hernán Kesselman que —allá por los años sesenta— él le dejaba caliente el diván a Armando Bauleo quien, a su vez, se lo entregaba más calentito aún a Eduardo Pavlovsky, y entre ellos dejaban a Mimí exhausta a la hora del almuerzo. Además, los tres se peleaban para ver a quién ella quería más.
Eduardo creía que él era el preferido, pero resulta que tanto Hernán como Armando sentían lo mismo. ¿No será que Mimí les hizo creer el mismo cuento a los tres? Juntos compartieron no sólo esa transferencia analítica, sino además fundaron el movimiento Plataforma y tuvieron la insolencia de irse de la IPA.
Siempre hermanados compartieron la Casona de Belgrano, aunque el único que vivió allí fue Pavlovsky y los demás —incluyendo a Emilio Rodrigué— se sumaban a comer pizza y filosofar, creando un verdadero espacio de libertad de pensamiento. También esta osadía provocó que debieran exiliarse expulsados por la dictadura.
En una mezcla de amor y gratitud, Tato le escribió a Noemí Langer en su despedida: “muchas veces te dije que me salvaste la vida, que llegué todo roto, hecho pedazos, y armaste un rompecabezas de mi desesperanza; vos me curaste vieja sabia, vos supiste aguantar tanta locura desparramada en aquellas sesiones del sesenta”.
Parafraseando lo que Eduardo le expresó a su analista en dicho texto, hoy decimos: no te moriste Tato, ni te morirás nunca para muchos de nosotros; sos ejemplo mítico y modelo porque sin vos al psicodrama le hubiera faltado mucho. Por eso y por toda tu grandeza, seguís y seguirás vivo. ¡Gracias y adiós, querido maestro!
STELLA MARIS DISTASI
RONALDO WRIGHT
Psicólogos Sociales
Adenda: Eduardo Pavlovsky nació en Buenos Aires el 10 de diciembre de 1933. Fue fundador de la Asociación Argentina de Psicodrama, del Grupo Plataforma de Psicoanalistas y del Centro de Investigaciones Sociales, Estéticas y Grupales.
Publicó innumerables volúmenes y artículos de investigación y periodísticos, muchos de modo individual y otros en colaboración. Es autor de Psicoterapia de grupo de niños y adolescentes (1968), Proceso creador, terapia y existencia (1982) y Psicodrama ¿cuándo y por qué dramatizar? (1985).
En co-autoría con Hernán Kesselman escribió Las escenas temidas del coordinador de grupos (1978-1984), Clínica grupal II (1980), Espacios y creatividad (1980), La multiplicación dramática (1989-2000), Escenas-Multiplicidad: estética y micropolítica (1996).
Además, entre sus obras teatrales más celebradas se pueden citar La espera trágica, El señor Galíndez, Telarañas, Potestad, El cardenal, El Señor Laforgue, Rojos globos rojos, La muerte de Marguerite Duras, Solo brumas, y muchas otras más.
Recibió el Premio del Teatro IFT (en 1967), el Premio del Festival del Teatro de las Américas (Montreal, en 1987), el Premio de la Revista Time Out (Londres, en 1987), el Premio Molière (Francia, en 1989), el Premio Prensario (en 1994) y los Premios Argentores y ACE (en 1995), entre otros.
Finalmente, poco después de recibir en Bahía Blanca el título de Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional del Sur, a los ochenta y un (81) años de edad la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires lo designó Ciudadano Ilustre el pasado 15 de abril de 2015.
martes, 13 de octubre de 2015
139 - La Resiliencia en los Grupos Operativos
(Publicado en Psicología Social para Todos: tierra y escritura del hacer, sentir y pensar - Año 8 Nro. 79 de noviembre de 2015)
LA RESILIENCIA EN LOS GRUPOS OPERATIVOS
Lo que no me mata, me hace más fuerte. Friedrich Nietzsche.
Hace tiempo que venimos hablando de las intervenciones psicosociales en grupos con desocupados, en las cárceles, en los geriátricos, en los centros de jubilados, en crisis o situaciones de emergencias, etc. La propuesta ahora es relacionar dicho trabajo grupal con el concepto de resiliencia, entendida ésta como la capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas. El término proviene del latín del verbo resilio, que significa saltar hacia atrás, rebotar. Así, entonces, la resiliencia puede ser definida como resistencia al choque, robustez; y se corresponde de algún modo con las nociones de entereza y de fortaleza.
También sostenemos que quienes atraviesen la experiencia de participar en los grupos operativos pichonianos jamás volverán a ser los mismos, ya que se trata de espacios de reflexión y de aprendizaje plural que nos ayudan —y mucho— a superar nuestras peores actitudes negativas. Podemos hablar de una resiliencia grupal y/o social que habilita estructuras de supervivencia, de cohesión, de identidad y de pertenencia que forman lineamientos integradores. Y que permiten la expansión tanto personal como colectiva, pues el propio grupo es el que pone en juego los mecanismos de protección que van permitiendo a sus miembros salir de la adversidad.
La adaptación activa a la realidad se vincula con el logro de respuestas resilientes ante vivencias traumáticas. Está relacionada con aquello que hacemos con lo que nos ha ocurrido; pensando siempre en nuestras humanas contradicciones dialécticas entre Eros y Thanatos, las pulsiones de vida y muerte que nos constituyen como sujetos bio-psico-sociales, la lucha entre el sufrimiento y la posibilidad de salir de él. En el ámbito grupal se va construyendo un interactuar entre los integrantes y su entorno, fluyendo el crecimiento hacia algo nuevo y superador. El fortalecimiento de lo vincular conquista la organización de psiquismos más fuertes y flexibles.
La tarea explícita que se proponen los grupos operativos es el intento de descubrir, entre otras cosas, cierto tipo de interacciones que entorpecen el desarrollo existencial pleno de sus participantes. Pero esto implica sólo un aspecto de los propósitos, pues tienen también como objetivo de indagación-acción el hallazgo de los factores que favorecen la aludida dificultad. Vencer los obstáculos conlleva una conducta resiliente que pelea contra su par contradictorio y opuesto, conocido con el nombre de anomia asiliente. Ésta es la creencia de sentirse incompetente ante la desdicha sin serlo, y hace que se obtengan resultados negativos ante los infortunios.
Respecto de la resiliencia, aclaremos que su noción proviene de la física, aludiendo a cierta capacidad que tienen los metales de recuperar su forma original luego de ser sometidos a presiones deformadoras. Para la psicología social es una manifestación subjetiva que adviene en los individuos a raíz de un posicionamiento singular ante lo aciago de la vida y sus consecuencias existenciales. En los grupos solemos investigar esos recursos psíquicos que van emergiendo en momentos críticos y que muchas veces son desconocidos por sus integrantes mismos. La fuerza de lo colectivo es fundamental para que se expresen esas características de resistencia.
El método de los grupos operativos consiste en observar las piezas comunes a cierto tipo de problemáticas y analizar sus posibles soluciones. Es así como se logra entre sus miembros una comunicación operante, una buena planificación y una estrategia que va condicionando tácticas y técnicas de decisión y de autorregulación. En las conductas resilientes pueden advertirse tanto capacidades como atributos y valores positivos del grupo; y no sus debilidades ni flaquezas. Sabemos que lo grupal es siempre un motor que promueve los mejores comportamientos en situaciones de incertidumbre o crisis, con resultados altamente positivos en lo plural y lo individual.
Los psicólogos sociales investigamos las diversas maneras en que la desventura nos hiere como seres humanos, qué mecanismos bio-psico-sociales son los que intervienen y por qué algunos individuos se desmoronan más fácilmente que otros. En lo colectivo está presente la correlación entre la verticalidad de cada persona con la horizontalidad grupal; siendo en ese cruce donde surge el obrar resiliente plural dada la constante y permanente ayuda de unos con otros. Seguimos apostando a favor de nuestra querida disciplina y profesión que le da pelea a la anomia asiliente, que reconstruye renovadas actitudes y habilita nuevas formas de riqueza interior.
RONALDO WRIGHT
www.ronaldowright.com
LA RESILIENCIA EN LOS GRUPOS OPERATIVOS
Lo que no me mata, me hace más fuerte. Friedrich Nietzsche.
Hace tiempo que venimos hablando de las intervenciones psicosociales en grupos con desocupados, en las cárceles, en los geriátricos, en los centros de jubilados, en crisis o situaciones de emergencias, etc. La propuesta ahora es relacionar dicho trabajo grupal con el concepto de resiliencia, entendida ésta como la capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas. El término proviene del latín del verbo resilio, que significa saltar hacia atrás, rebotar. Así, entonces, la resiliencia puede ser definida como resistencia al choque, robustez; y se corresponde de algún modo con las nociones de entereza y de fortaleza.
También sostenemos que quienes atraviesen la experiencia de participar en los grupos operativos pichonianos jamás volverán a ser los mismos, ya que se trata de espacios de reflexión y de aprendizaje plural que nos ayudan —y mucho— a superar nuestras peores actitudes negativas. Podemos hablar de una resiliencia grupal y/o social que habilita estructuras de supervivencia, de cohesión, de identidad y de pertenencia que forman lineamientos integradores. Y que permiten la expansión tanto personal como colectiva, pues el propio grupo es el que pone en juego los mecanismos de protección que van permitiendo a sus miembros salir de la adversidad.
La adaptación activa a la realidad se vincula con el logro de respuestas resilientes ante vivencias traumáticas. Está relacionada con aquello que hacemos con lo que nos ha ocurrido; pensando siempre en nuestras humanas contradicciones dialécticas entre Eros y Thanatos, las pulsiones de vida y muerte que nos constituyen como sujetos bio-psico-sociales, la lucha entre el sufrimiento y la posibilidad de salir de él. En el ámbito grupal se va construyendo un interactuar entre los integrantes y su entorno, fluyendo el crecimiento hacia algo nuevo y superador. El fortalecimiento de lo vincular conquista la organización de psiquismos más fuertes y flexibles.
La tarea explícita que se proponen los grupos operativos es el intento de descubrir, entre otras cosas, cierto tipo de interacciones que entorpecen el desarrollo existencial pleno de sus participantes. Pero esto implica sólo un aspecto de los propósitos, pues tienen también como objetivo de indagación-acción el hallazgo de los factores que favorecen la aludida dificultad. Vencer los obstáculos conlleva una conducta resiliente que pelea contra su par contradictorio y opuesto, conocido con el nombre de anomia asiliente. Ésta es la creencia de sentirse incompetente ante la desdicha sin serlo, y hace que se obtengan resultados negativos ante los infortunios.
Respecto de la resiliencia, aclaremos que su noción proviene de la física, aludiendo a cierta capacidad que tienen los metales de recuperar su forma original luego de ser sometidos a presiones deformadoras. Para la psicología social es una manifestación subjetiva que adviene en los individuos a raíz de un posicionamiento singular ante lo aciago de la vida y sus consecuencias existenciales. En los grupos solemos investigar esos recursos psíquicos que van emergiendo en momentos críticos y que muchas veces son desconocidos por sus integrantes mismos. La fuerza de lo colectivo es fundamental para que se expresen esas características de resistencia.
El método de los grupos operativos consiste en observar las piezas comunes a cierto tipo de problemáticas y analizar sus posibles soluciones. Es así como se logra entre sus miembros una comunicación operante, una buena planificación y una estrategia que va condicionando tácticas y técnicas de decisión y de autorregulación. En las conductas resilientes pueden advertirse tanto capacidades como atributos y valores positivos del grupo; y no sus debilidades ni flaquezas. Sabemos que lo grupal es siempre un motor que promueve los mejores comportamientos en situaciones de incertidumbre o crisis, con resultados altamente positivos en lo plural y lo individual.
Los psicólogos sociales investigamos las diversas maneras en que la desventura nos hiere como seres humanos, qué mecanismos bio-psico-sociales son los que intervienen y por qué algunos individuos se desmoronan más fácilmente que otros. En lo colectivo está presente la correlación entre la verticalidad de cada persona con la horizontalidad grupal; siendo en ese cruce donde surge el obrar resiliente plural dada la constante y permanente ayuda de unos con otros. Seguimos apostando a favor de nuestra querida disciplina y profesión que le da pelea a la anomia asiliente, que reconstruye renovadas actitudes y habilita nuevas formas de riqueza interior.
RONALDO WRIGHT
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domingo, 13 de septiembre de 2015
138 - Nuestra Psicología Social en Madrid
(Publicado en Psicología Social para Todos: tierra y escritura del hacer, sentir y pensar - Año 8 Nro. 78 de octubre de 2015 y en A.P.S.R.A. - Contenidos Teóricos con fecha 1/1/2016)
NUESTRA PSICOLOGIA SOCIAL EN MADRID
Entre los psicoargentinos que en la década del setenta tuvieron que obligadamente dispersarse por el mundo se encuentran Armando Bauleo, Tato Pavlovsky, Emilio Rodrigué y Hernán Kesselman*. Este último fue el fundador de la Escuela de Psicología Social Enrique Pichon-Rivière en Madrid, allá por 1980. Muchos son sus aportes a nuestra querida disciplina, por lo que a continuación intentaremos hacer una síntesis de ellos, sobre todo en lo atinente a los grupos operativos y su dinámica. Lo grupal se aborda como un anudamiento de personas reunidas y entrelazadas por un interés común, homogéneo en la tarea y heterogéneo en su composición.
Vemos al grupo como dispositivo analizador y como máquina de producción de sentidos y de conceptos. Esa elaboración de saberes y quehaceres se va desplegando en un aula-taller: aula porque allí circulan los conocimientos; y taller porque por él rondan los emprendimientos. En consonancia con las ideas del creador de la Psicología Social Argentina, se trata de hacer el tránsito desde lo disyuntivo (lo individual versus lo grupal) hacia lo conjuntivo (el individuo más el grupo), siempre sumando las múltiples miradas que puedan ayudarnos a una mayor comprensión psicosocial, para lograr una nueva —y mejor— manera de relatar nuestras propias vidas.
Un aporte es el desarrollo del método CDR, indicando estas tres siglas una operatividad caracterizada por la búsqueda de consonancias / coincidencias / convergencias (C), que junto a disonancias / discrepancias / diferencias (D) permitan en los grupos arribar a resonancias / resultancias (R). Sabemos que la lógica dialéctica acepta la presencia conjunta, simultánea, de distintos pares de fuerzas contradictorias que procuran forzar la realidad en sentidos opuestos. En la búsqueda de la verdad dichas polaridades y antinomias evolucionan hacia una síntesis superior que las contiene. Si esto no se logra, la contradicción se convierte en un dilema de difícil resolución.
La noción de operatividad es fundamental cuando de grupos hablamos, siendo uno de los eslabones del ECRO pichoniano. Según el diccionario de la Real Academia Española, consiste en la capacidad para realizar una función. Se refiere a eficacia, a ejecutividad, a adaptación activa a la realidad. Lo grupal va conformando verdaderos Cartógrafos Operadores en Salud Mental, quienes se convertirán en artesanos integradores de un histórico social donde el trípode “filosofía, ciencia y arte” habilita el tránsito-pasaje que circula de lo siniestro a lo maravilloso. La tarea del grupo operativo es aprender a pensar; siendo la palabra un inmejorable vehículo para ello.
En España también se hizo el intento de articular el esquema de Enrique Pichon-Rivière con el de Siegmund Heinrich Foulkes, quien a mediados de los años veinte del siglo pasado tuvo la idea de que el método grupal podía ser utilizado con fines terapéuticos. Su originalidad radicó en la síntesis creativa entre psicoanálisis, psicología de la gestalt y sociología como fundamento teórico de su Grupoanálisis Operativo. Reconoció la importancia de la teoría de campo en el desarrollo de la investigación activa de la llamada grupo dinamia, dando al “desaprendizaje-reaprendizaje” (unlearning) un papel primordial en su praxis, junto a la comunicación colectiva.
Otra aportación a resaltar es la integración en la dinámica grupal de la denominada multiplicación dramática, mediante la cual la fachada inicial que expresa un conflicto de un integrante —sea un obstáculo epistemológico o epistemofílico— es apoderada y deformada por las máscaras resonantes de sus compañeros, erigiéndose en el punto inaugural de una cadena de novedades y descubrimientos. En los grupos operativos siempre cabe la posibilidad de que lo más allá, lo otro del otro, se incluya. Sostenemos que lo psicosocial es un “enseñaje” (enseñanza más aprendizaje) que evoluciona por ensayo y error; no por el procedimiento de premios y castigos.
En los grupos operativos se va produciendo una real promoción de la salud mental, concepto que preferimos utilizar en reemplazo del de “prevención”. En los mismos se logra la capacidad de hacer un buen uso del potencial individual (desde la verticalidad), la aptitud para vincularse satisfactoriamente con los demás (desde la horizontalidad) y el sentido de la responsabilidad ético-social (desde lo colectivo comunitario). Y ayudan a resolver las dificultades internas de cada sujeto, los estancamientos y el pensamiento dilemático. El esquema conceptual referencial y operativo se transforma así en el útil de trabajo de cada miembro en su interacción plural orientada.
*A quienes les interese ampliar estas breves ideas recomendamos el libro de Hernán Kesselman “La Psicoterapia Operativa”, de Editorial Lumen Humanitas (1998).
RONALDO WRIGHT
www.ronaldowright.com
NUESTRA PSICOLOGIA SOCIAL EN MADRID
Entre los psicoargentinos que en la década del setenta tuvieron que obligadamente dispersarse por el mundo se encuentran Armando Bauleo, Tato Pavlovsky, Emilio Rodrigué y Hernán Kesselman*. Este último fue el fundador de la Escuela de Psicología Social Enrique Pichon-Rivière en Madrid, allá por 1980. Muchos son sus aportes a nuestra querida disciplina, por lo que a continuación intentaremos hacer una síntesis de ellos, sobre todo en lo atinente a los grupos operativos y su dinámica. Lo grupal se aborda como un anudamiento de personas reunidas y entrelazadas por un interés común, homogéneo en la tarea y heterogéneo en su composición.
Vemos al grupo como dispositivo analizador y como máquina de producción de sentidos y de conceptos. Esa elaboración de saberes y quehaceres se va desplegando en un aula-taller: aula porque allí circulan los conocimientos; y taller porque por él rondan los emprendimientos. En consonancia con las ideas del creador de la Psicología Social Argentina, se trata de hacer el tránsito desde lo disyuntivo (lo individual versus lo grupal) hacia lo conjuntivo (el individuo más el grupo), siempre sumando las múltiples miradas que puedan ayudarnos a una mayor comprensión psicosocial, para lograr una nueva —y mejor— manera de relatar nuestras propias vidas.
Un aporte es el desarrollo del método CDR, indicando estas tres siglas una operatividad caracterizada por la búsqueda de consonancias / coincidencias / convergencias (C), que junto a disonancias / discrepancias / diferencias (D) permitan en los grupos arribar a resonancias / resultancias (R). Sabemos que la lógica dialéctica acepta la presencia conjunta, simultánea, de distintos pares de fuerzas contradictorias que procuran forzar la realidad en sentidos opuestos. En la búsqueda de la verdad dichas polaridades y antinomias evolucionan hacia una síntesis superior que las contiene. Si esto no se logra, la contradicción se convierte en un dilema de difícil resolución.
La noción de operatividad es fundamental cuando de grupos hablamos, siendo uno de los eslabones del ECRO pichoniano. Según el diccionario de la Real Academia Española, consiste en la capacidad para realizar una función. Se refiere a eficacia, a ejecutividad, a adaptación activa a la realidad. Lo grupal va conformando verdaderos Cartógrafos Operadores en Salud Mental, quienes se convertirán en artesanos integradores de un histórico social donde el trípode “filosofía, ciencia y arte” habilita el tránsito-pasaje que circula de lo siniestro a lo maravilloso. La tarea del grupo operativo es aprender a pensar; siendo la palabra un inmejorable vehículo para ello.
En España también se hizo el intento de articular el esquema de Enrique Pichon-Rivière con el de Siegmund Heinrich Foulkes, quien a mediados de los años veinte del siglo pasado tuvo la idea de que el método grupal podía ser utilizado con fines terapéuticos. Su originalidad radicó en la síntesis creativa entre psicoanálisis, psicología de la gestalt y sociología como fundamento teórico de su Grupoanálisis Operativo. Reconoció la importancia de la teoría de campo en el desarrollo de la investigación activa de la llamada grupo dinamia, dando al “desaprendizaje-reaprendizaje” (unlearning) un papel primordial en su praxis, junto a la comunicación colectiva.
Otra aportación a resaltar es la integración en la dinámica grupal de la denominada multiplicación dramática, mediante la cual la fachada inicial que expresa un conflicto de un integrante —sea un obstáculo epistemológico o epistemofílico— es apoderada y deformada por las máscaras resonantes de sus compañeros, erigiéndose en el punto inaugural de una cadena de novedades y descubrimientos. En los grupos operativos siempre cabe la posibilidad de que lo más allá, lo otro del otro, se incluya. Sostenemos que lo psicosocial es un “enseñaje” (enseñanza más aprendizaje) que evoluciona por ensayo y error; no por el procedimiento de premios y castigos.
En los grupos operativos se va produciendo una real promoción de la salud mental, concepto que preferimos utilizar en reemplazo del de “prevención”. En los mismos se logra la capacidad de hacer un buen uso del potencial individual (desde la verticalidad), la aptitud para vincularse satisfactoriamente con los demás (desde la horizontalidad) y el sentido de la responsabilidad ético-social (desde lo colectivo comunitario). Y ayudan a resolver las dificultades internas de cada sujeto, los estancamientos y el pensamiento dilemático. El esquema conceptual referencial y operativo se transforma así en el útil de trabajo de cada miembro en su interacción plural orientada.
*A quienes les interese ampliar estas breves ideas recomendamos el libro de Hernán Kesselman “La Psicoterapia Operativa”, de Editorial Lumen Humanitas (1998).
RONALDO WRIGHT
www.ronaldowright.com
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