viernes, 23 de marzo de 2012

086 - Psicología Social y Mediación

(Publicado en Psicología Social para Todos: tierra y escritura del hacer, sentir y pensar — Año 4 Nro. 38 de marzo de 2012 ; en Centro de Estudios Sociales Argentino con fecha 24/3/2012; en Reflexiones sobre Educación con fecha 2/4/2012 y en La Silla del Coordinador con fecha 18/3/2013)

PSICOLOGIA SOCIAL Y MEDIACION

Enrique Pichon-Rivière sostenía que las ciencias humanas conciernen a un único objeto: el hombre-en-situación susceptible de un abordaje multi o pluridimensional. En consecuencia, postulaba su conocida epistemología convergente a los fines de una mejor indagación-acción de la realidad, entendiendo que los operadores psicosociales se hallan habilitados para actuar en cualquier ámbito donde se produzcan procesos de interacción humana, tanto en el terreno grupal como en el institucional e incluso en el comunitario. Toda vez que creemos que son muchas las enseñanzas provenientes de la mediación que convergen en los cauces de nuestra psicología social argentina —y viceversa—, a continuación intentaremos destacar algunos aspectos que nos parecen útiles para el mejor desempeño profesional y en el que confluyen ambas disciplinas.

Para comenzar, digamos que la mediación es un proceso no adversarial de resolución de conflictos, en el cual un tercero neutral —mediante el empleo de técnicas concretas y específicas— procura ayudar a las partes a visualizar su problema y a negociar para que arriben voluntariamente a un resultado mutuamente aceptable. El mediador, al igual que el operador psicosocial, ayuda a lograr un acuerdo utilizando para ello la comunicación, la cooperación, la telé y la creatividad, en un espacio o dispositivo no terapéutico. Ana M. Bernasconi entiende que la mediación implica un hacer; y en nuestra psicología social siempre nos estamos refiriendo a un hacer, sentir y pensar en toda intervención operativa. Todo proceso de esclarecimiento tiende a romper aquellas situaciones dilemáticas que impiden la posibilidad de conciliación o cambio.

Los psicólogos sociales intentan convertir los dilemas —encerrados en sí mismos y por ello mismo, estériles— en simples problemas o situaciones dialécticas, donde a través del interjuego entre las partes en conflicto se pueda manejar aquello dilemático inicial hasta convertirlo en una forma de solución. El mediador también es un co-pensor, que tiende a una autocomposición de los conflictos, confiando en la propia capacidad de las partes para romper sus estereotipias y encontrar los mejores resultados. La mediación apunta a que sean los mismos interesados quienes indiquen los caminos para solucionar sus diferencias, tomando sus propias decisiones de modo autónomo y voluntariamente. La idea es que, así como juntos han entrado y contribuido a crear el conflicto que los une, así también deberán salir juntos de él y resolverlo.

Albert Einstein creía que no podemos resolver nuestros problemas pensando de la misma manera que cuando los creamos. Si buscamos resultados distintos, no hagamos siempre lo mismo. Las personas que van a una mediación deben saber que han de trabajar juntas, hablando y escuchándose, como así también analizando alternativas y procurando las mejores fórmulas en pos de obtener un alto grado de satisfacción de sus intereses y necesidades. Necesidad-satisfacción es una de las contradicciones con las que los psicólogos sociales suelen operar en su actividad cotidiana. Si bien es útil que el perfil del mediador sea bajo, se lo piensa como un capitán en la tormenta. Significativamente, también suele identificarse al operador psicosocial como un piloto de tormentas en la búsqueda de una trabajo colaborativo y con miras al futuro.

Antes nos referimos a la neutralidad; pues una mediación es una negociación asistida por un tercero neutral. Y decimos que es un tercero porque es ajeno al conflicto, ya que no tiene un interés propio en lo que hace a cómo se va a arribar a una solución. Rubén A. Calcaterra enriquece este concepto con las ideas de imparcialidad, o capacidad de no favorecer a ninguna de las partes en disputa; y de equidistancia, o simetría entre el mediador y cada uno de los sujetos intervinientes. En términos psicosociales, se destaca la importancia de lograr una objetividad creciente en la labor profesional, conociendo de antemano que la neutralidad absoluta es llanamente imposible para cualquier individuo. De allí la relevancia de dar igualdad de oportunidades a las partes, sea para expresarse y hablar, sea para ser escuchado.

Otro aspecto sobresaliente en toda mediación es la confidencialidad que debe reinar en la misma. Implica una doble obligación del mediador, pues tiene un deber hacia cada uno de los intervinientes en el conflicto y, también, un deber hacia los terceros. No puede revelar públicamente nada de lo sucedido o conversado en la mediación; y nada de lo acontecido en las sesiones privadas —caucus— puede ser trasmitido a la otra parte, salvo expresa autorización. Igual obligación recae sobre cada participante, cualquiera sea el carácter en que haya asistido: vgr. requirente, requerido, letrado, acompañante, asistente, observador, etc. Todas y cada una de estas consideraciones son perfectamente aplicables a los psicólogos sociales en su tarea operativa, en la cual rigen ciertas reglas básicas que hacen a la discreción, la abstinencia y la restitución.

Para finalizar, creemos que tanto en el terreno de la mediación como en el de la psicología social es fundamental que los protagonistas sepan y sientan que tienen siempre —y en cada momento— la libertad de quedarse a negociar su diferendo o de levantarse e irse. Ambos dispositivos están basados en el diálogo, la comunicación, el respeto, la cooperación y el consenso para la convivencia, máxime cuando se trata de situaciones y de sujetos que por distintas causas deban continuar manteniendo un vínculo en el futuro. La idea central es preservar siempre la autodeterminación de las partes quienes, a partir de opciones y propuestas sugeridas por ellos o por los profesionales intervinientes, logran convenios que tienen el alcance de acuerdos privados. El trabajo y el pensamiento están centrados en el futuro, no en el pasado.

SOLANGE V. KAPLUN
RONALDO WRIGHT
www.ronaldowright.com

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